El viaje sin retorno del Milodón - 20 de Octubre de 2018 - El Mercurio - Noticias - VLEX 743158585

El viaje sin retorno del Milodón

A ojos del visitante, la escultura que representa al milodón no se verá ni tan fiera ni tan imponente, pese a su porte. Más bien le parecerá un animal plácido, afirmado en sus dos patas traseras y con sus brazos extendidos, como si quisiera ser abrazado más que temido. Al visitante tampoco le dará la impresión de que la criatura se esté defendiendo de algún depredador con esa mirada vacía, que no apunta a ninguna parte. A lo sumo, le inspirará curiosidad, y no mucho más, cuando llegue hasta la Cueva del Milodón, uno de los monumentos naturales más impresionantes del país, a 24 kilómetros de Puerto Natales, en la provincia de Última Esperanza.Pero aunque no sea más que una escultura hueca para tomarse fotos, prácticamente es lo único que el visitante podrá ver de esta especie prehistórica en toda la Región de Magallanes. Ni un trozo de piel quedó para ser exhibido en Natales, mientras que en un par de museos de Punta Arenas apenas es posible encontrar pequeños pedazos de cuero y huesos de lo que fuera uno de los animales más grandes que haya habitado la Patagonia.A mediados de agosto pasado, el Gobierno, a través del embajador británico en Chile, solicitó al Museo de Historia Natural de Londres el regreso de la colección que guarda en sus bodegas hace más de cien años. Allí permanecen algunas de las piezas fundamentales que fueron halladas en la Cueva del Milodón, pero solo se trata de una parte. El resto -piel, huesos, vértebras, falanges, garras, costillas, dientes, cola y hasta excremento- pasó por varias manos, se tranzó a precios exorbitantes y se dividió casi sin control entre más de una decena de museos de América y Europa.-¿Cree que se podrán recuperar los fósiles algún día?Fabiana Martin, arqueóloga del Instituto de la Patagonia que durante años ha estado tras la huella del milodón, resume su respuesta con una sola palabra:-Olvídenlo.Hubo un tiempo en que la zona de Última Esperanza era una llanura infinita barrida por el viento. No estaba ni cerca de ser el paisaje boscoso de hoy, sino que era una tierra fría cubierta de nieve, hielo y glaciares, y dominada por criaturas extrañas, como tigres dientes de sable, panteras patagónicas, macrauchenias (una especie de camello con cuello largo) y milodones, la bestia más asombrosa de todas.De lejos, el milodón, un animal robusto, de piel gruesa y cubierto de largos pelos, podía confundirse con un gigantesco oso de una tonelada y tres metros de largo. Pero estaba más emparentado con los perezosos del Amazonas y los armadillos.Lo más seguro es que para los felinos, sus principales depredadores, no era fácil darle caza. En parte por su tamaño, pero más porque su cuero era una verdadera coraza de la que sobresalían huesecillos dérmicos. Además, estaban sus enormes garras, que le servían para excavar y, a la vez, para defenderse en caso de ataque.Del análisis de sus excrementos se ha documentado la vegetación de la época y la certeza de que se alimentaba del abundante pasto que crecía alrededor de la Cueva...

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