El viaje sin retorno a la isla - 30 de Enero de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 592625386

El viaje sin retorno a la isla

-Nos sacó del hotel y nos metió en un taxi. Dijo que guardáramos en la maleta los celulares y todo el dinero que llevábamos. Era de noche, como las ocho. Estábamos en Tacna y nos llevó a un desierto. Todo estaba oscuro, la luna brillaba un poco. Nos bajó del auto y dijo que camináramos con un muchacho. Le preguntamos adónde iba él, y gritó que nos quedáramos callados, que nos iba a esperar más adelante. Dijo que no caminaríamos mucho. Todos guardamos los bolsos en su auto. Éramos 10 dominicanos en la frontera. Yo tenía una maleta grandísima, con mucha ropa, pero puse en una carterita el pasaporte y algo de dinero. Si me encontraban muerta, quería que por lo menos supieran mi nombre.

"Caminábamos por la arena y después de horas nos dimos cuenta de que ahí habían enterradas minas antipersonales -continúa-. El muchacho peruano que nos acompañaba solo repetía 'caminen, caminen'. Todo era lo mismo en el desierto hasta que pasamos por un río grandísimo y cruzamos por el agua. El peruano no nos dejó atravesar por un puente, no quería que alguien nos viera. No podíamos quedarnos ahí botados, si no sabíamos adónde ir. Me sangraban los tobillos y se me salieron algunas uñas del pie. Una muchacha se puso mal y querían dejarla botada. Caminamos desde las ocho de la noche hasta las seis de la mañana. El peruano desapareció cuando llegamos a Chile. Nos dejó botados. Llegamos a una playa en Arica donde un señor chileno pescaba. Él nos recomendó ir a un hotel.

"Me dolía la cadera, me dolía la boca, me ardía la piel, tenía los ojos rojos. Tuve que entrar al hotel en cuatro patas. Ya no podía más, me estaba muriendo.

"Nunca más vi al hombre que me convenció por WhatsApp de dejar República Dominicana y venir a Chile. Se llevó las maletas de todos. Nos dejó sin nada, botados en el desierto".

La travesía

Desde 2005 se masificó en República Dominicana el mito de un país, ubicado a 5.800 kilómetros al sur, donde todo era solvencia económica, estabilidad política y ofertas laborales abundantes. El boca a boca convirtió a Chile en el destino perfecto para miles de dominicanos que querían dejar la isla, donde -según datos de la ONU- el 34 por ciento de las personas vivía en condiciones de pobreza a fines de la década pasada.

En ese momento, los residentes de República Dominicana y del resto de Latinoamérica -excepto Cuba- podían entrar a Chile solo con un pasaporte. Pero el 1 de septiembre de 2012, un decreto cambió las cosas. La idea se inició con un intercambio de...

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