Verónica Abud - 9 de Diciembre de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 547980010

Verónica Abud

¿Cómo logró sacar adelante un cargo gerencial en la Fundación Lo Barnechea siendo profesora? Era una fundación que en ese momento estaba desestructurada administrativamente. Me convertí en una excelente pedidora de plata para financiarla y en todo lo ingenieril me apoyó mi marido. Navegué de patuda. Para mí, el fin era tan importante, y aprendí. De hecho, una vez una persona me dijo que no podía creer que yo no fuera ingeniero comercial. Cuando me fui, prácticamente el 80% del financiamiento de la fundación estaba dado por las asesorías.

¿Tenía claro qué haría cuando renunció? Estuve un tiempo en Paternitas, en Chile Unido, en la Fundación Andes, hasta que Fernando Léniz me propuso que yo hiciera una fundación. Me dijo que me apoyaría. Fue en el año 2000. Al principio fui desde junior hasta la que hacía las llamadas para el financiamiento. No tenía miedo. Lo que estábamos haciendo era entregar una herramienta, en este caso, la lectura, para que el niño sea libre. Si los niños saben leer, van a tener una opinión.

¿Cómo logró hacerla crecer? Los primeros años fueron a pulso, y luego aproveché el "ser la señora de". En este país, para pedir plata a un directorio, se necesita una presentación. Sé también que un empresario, cuando va a donar, quiere indicadores, transparencia y algo que lo luzca. Me di cuenta, además, de que tenía que trabajar con empresas en regiones.

¿Tuvo costos personales sacar adelante un proyecto propio? No, porque tuve a mis niños siendo joven. Cuando creé la fundación mi hija menor ya estaba terminando el colegio. Vivía una etapa de mayor libertad.

Su paso por el Ministerio de Educación como jefa de división no fue fácil. ¿Fue un costalazo profesional? No...

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