Verdades difíciles - 3 de Diciembre de 2023 - El Mercurio - Noticias - VLEX 954917277

Verdades difíciles

Esta semana el embajador de Chile en Washington, Juan Gabriel Valdés, se refirió a Kissinger -muerto a una edad casi bíblica- diciendo que su "brillo histórico no consiguió jamás esconder su profunda miseria moral".Kissinger intervino en una gran multiplicidad de conflictos y fue un maestro en proteger los intereses norteamericanos que él creyó eran los de la democracia. Como recordó Christopher Hitchens (en su famoso ensayo "Juicio a Kissinger"), participó como asesor de seguridad u otro papel equivalente en la guerra de Indochina, en Bangladesh, en Nicosia; conspiró en Chipre y en el genocidio en Timor Oriental. Ah, y por supuesto, en la intervención norteamericana en Chile. Y de alguna forma tomó parte (no apretó el gatillo, pero tomó parte) en los crímenes que en cada una de esas ocasiones se cometieron.Así, el juicio del embajador Valdés parece correcto. Pero bien mirado, arriesga incurrir en la simpleza del buenismo.Porque ¿a qué alude la "profunda miseria moral" que habría padecido Kissinger?Vale la pena reflexionar sobre ese problema no para defender a Kissinger, sino para intentar dilucidar la particular y trágica índole del político de su estatura.Desde luego, cabría preguntarse si hay algún político de su talla, o cerca de ella, que pueda haber ejercido el oficio y haberse encumbrado sin haber consentido violencias y crímenes, o sin haberlos conocido y decidido callar, o sin haberlos cohonestado o sin haber infringido deliberadamente los códigos morales como única forma de proteger intereses que juzgó, en su momento, superiores. Los casos que vienen a la memoria sobran. Es evidente, por ejemplo, que Fidel Castro al llevar adelante la revolución, pero sobre todo al consolidarla y defenderla, debió ejecutar actos criminales. Y para qué decir el Che, quien a pesar de su desprecio por la vida es eternizado hoy en camisetas y tazones de café por todo el mundo. Y Lenin al fundar la URSS. Y Charles de Gaulle que, para consolidar la Quinta República, debió consentir el colonialismo primero y traicionarlo después. O Tito al fundar Yugoslavia. O incluso Churchill cuando consintió bombardeos masivos, o Truman cuando autorizó los bombardeos a Hiroshima o Nagasaki. Y así.Si lo anterior es cierto, si todos los grandes hombres de la historia, como los que se acaban de citar, han cometido, cohonestado u ordenado crímenes, el tuit del embajador invita a plantear dos preguntas: la primera, ¿en qué consistiría la miseria moral o, lo que es lo...

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