La verdad despiadada: el testimonio de la literatura - 26 de Abril de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 567481482

La verdad despiadada: el testimonio de la literatura

Pero no todo estaba precisamente estacionado. A esas alturas, la Segunda Guerra Mundial estaba desencadenada. Al frente del Tercer Reich, Adolf Hitler avanzaba por Europa anexando países a punta de bombardeos implacables. Polonia, Bélgica, Holanda, también Francia había caído. El mundo empezaba a ser un campo de batalla. "Cuando voy por la calle me paso todo el tiempo mirando las ventanas y pensando cuál de ellas sería mejor para instalar un nido de ametralladoras", escribía en su diario a fines del julio de 1940 el autor inglés George Orwell, inquieto ante los bombardeos sobre Londres.

Marcada por el Holocausto, pocos conflictos como la Segunda Guerra han tenido tantos y tan diversos narradores. Es posible que sean los escritores quienes hayan entregado la imagen más precisa de "la verdad despiadada de la guerra", en palabras del autor ruso Vasili Grossman. De Primo Levi hasta Irène Némirovsky, incluyendo a Kurt Vonnegut, Norman Mailer y Günter Grass, entre otros, dieron su testimonio de su experiencia de los días más oscuros del siglo XX.

Posiblemente uno de sus grandes narradores fue Grossman, especialmente en su obra maestra, la novela "Vida y destino". Pero además de ese libro, existen cientos de artículos y notas: Grossman acompañó por cuatro años al Ejército Rojo como periodista en múltiples batallas, entre 1941 y 1945. Según contó el historiador Antony Beevor en "Un escritor en guerra", el libro que recogió los diarios del reportero, Grossman alcanzó un estatus parecido al de héroe de guerra cubriendo la larguísima batalla de Stalingrado.

"Stalingrado ha ardido. Tendría que escribir mucho para describirlo. Stalingrado ha sido incendiada. Stalingrado está en cenizas. Está muerta. La gente está en los sótanos. Todo ha ardido. Los muros calientes de los edificios son como los cuerpos de gente que hubiera muerto en el terrible calor y todavía no se ha enfriado", escribió Grossman en agosto de 1942, en el inicio del asedio nazi a la ciudad soviética. Llevaba más de un año en el frente y podía decir con seguridad que el olor habitual era "una mezcla de depósitos de cadáveres y herrería".

Mientras Grossman entrevistaba a generales, francotiradores y soldados rasos en Stalingrado, la escritora Irène Némirovsky moría en Auschwitz el 17 de agosto de 1942. Judía de origen ucraniano, su nombre brillaba en la escena literaria francesa hasta que llegaron los alemanes. Ante el acoso, se instaló junto a su familia en el pueblito de Issy-l'Évêque y...

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