Veraneantes urbanos - 11 de Enero de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 552179990

Veraneantes urbanos

-Éramos pobres y no había más entretención que esta.

Su hijo de cuatro años chapotea en un juego de agua afuera del Parque O'Higgins. El sol fulgura en el cielo, los termómetros no bajan de los 30 grados y los potentes chorros escupidos desde el suelo son el éxtasis para los niños que han llegado hasta acá.

Francisco Rossetti afirma que esta es la única alternativa para quienes no tienen la posibilidad de salir de vacaciones , que "salvan" mucho y que es importante que las autoridades fomenten juegos y plazas de este tipo, mientras vigila con la mirada a su pequeño, que se pierde entre este géiser urbano vestido como Buzz Lightyear, el personaje de la película "Toy Story".

Lejos de los prejuicios, las culpas o la vergüenza, él y otra decena de niños saltan, ríen y se mojan felices en plena calle. Para algunos de ellos esta es efectivamente la única posibilidad de disfrutar del verano fuera de sus casas.

La presencia de Buzz Lightyear no es casual. Su madre tiene "una tradición piletera", pues desde niña ha recorrido las distintas fuentes que poblan la ciudad. Las enumera rápido.

-La Quinta Normal, las del Parque Bustamante, la fuente Neptuno y la del Parque Forestal. Esa era la mejor.

Mojarse al paso

Precisamente ese es el lugar que por lejos congrega a más "veraneantes urbanos" en la capital , en cuyas aguas pululan decenas de informales bañistas todos los días.

Están aquellos que sofocados bajo el sol que rebota en el cemento, pasan y sumergen sus caras para capear el incesante calor, antes de seguir su camino.

También están las familias que vienen derechamente a pasar la tarde con improvisados picnic a la sombra de un árbol mientras los más chicos chapotean y juegan gritando a todo pulmón.

Felipe Yáñez es de los del primer grupo. Viene de La Vega caminando con cuatro bolsas de fruta en cada mano. Trabaja de garzón en un restaurante peruano del parque Bustamante y para ahorrarse la plata del pasaje eligió caminar en un día donde la temperatura bordea los 34 grados.

-Siempre que paso me mojo para soportar el calor. Es algo que también me trae recuerdos de cuando era chico y venía con mis amigos a pelusear.

Termina sus abluciones con el cabello negro pegado en la frente, que no deja de estilar agua, y así, todo mojado, recoge los encargos y se apresta a seguir su camino.

Menos de dos minutos después, un vendedor de helados se acerca a las aguas y hunde su cabeza. Mantiene medio cuerpo sumido durante unos 30 segundos, sale, emite un ruido...

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