Venecia sin venecianos - 15 de Diciembre de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 548822826

Venecia sin venecianos

Es noviembre, el mes más débil para el turismo en esta ciudad italiana y, aunque parezca sorprendente, no es necesario esperar para encontrar un lugar libre. De hecho, muchos restaurantes han aprovechado para darles vacaciones a los empleados y algunas tiendas están cerradas.

Hoy es uno de los pocos días del año en que el número de palomas en la plaza San Marcos supera al de cámaras fotográficas y grupos siguiendo a un guía. Uno de los pocos días en que baja el promedio de 60 mil visitantes diarios que recibe Venecia, aunque igual contribuya a los cerca de 22 millones de forasteros que llegan a esta ciudad y que hace a sus habitantes bromear con que "no es el agua la que está hundiendo a la ciudad, sino el peso de toda esta masa de gente".

Al adentrarse por las islas y pasar por algún puente, uno o dos gondoleros -algunos vestidos con la clásica polera a rayas, otros con gruesas parkas- ofrecen de inmediato recorridos de media hora o más por los canales. Es algo difícil de ver en el verano, cuando los turistas llegan a esperar hasta dos horas al sol para subirse e inmortalizar el momento, previo pago de los 80 euros que cuesta como mínimo el paseo, según acuerdo municipal.

En esta época quizás sea más fácil subirse a una góndola en Venecia, pero para muchos venecianos no es gran cambio. Para ellos, el paseo que todas las agencias venden como uno de los más románticos del mundo no es sino una señal más de que Venecia, su ciudad, la misma que ha sido replicada en Las Vegas y en China, se está convirtiendo en un auténtico parque de diversiones.

Cuenta regresiva

De los 455 puentes que tiene Venecia, el más conocido es el de Rialto, cercano a San Marcos y que conduce al mercado de la ciudad. Allí, entre las seis y las diez de la mañana, la gente local va a comprar pescado, verduras y frutas.

Si uno camina un poco más allá del mercado llegará a San Polo y Cannaregio, dos barrios más alejados, donde un café o un trozo de pizza cuesta un tercio que en otras áreas de Venecia, las calles están más despejadas y limpias, y la marea de turistas ni siquiera alcanza a llegar.

En San Polo y Cannaregio se escuchan conversaciones callejeras en veneciano, el dialecto que es orgullo y símbolo de estatus entre los locales, y que se diferencia del italiano solo porque es más difícil de entender para alguien que habla español. Sin embargo, algunos miran con cierto temor de estar siendo invadidos y nadie se desvive por atender a quien parezca forastero.

Unos 200 metros antes de llegar a esa zona, una de las pocas...

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