Cómo vender un país sin que se note - 1 de Febrero de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 555034498

Cómo vender un país sin que se note

De EE.UU. a Australia, de China a los países árabes, los países más diversos aprendieron que un ex alumno universitario es un embajador informal perpetuo cuando regresa a su país; que organizar el Mundial de Fútbol da una oportunidad de oro por un mes; que una empresa privada innovadora dice algo del lugar en que nació, y que una primera dama carismática -como la cantante Peng Liyuan, mujer del Presidente chino- puede trasladar algo de su encanto al resto del país.

¿Qué es lo que hace que la diplomacia pública se haya vuelto tan atractiva como para que se le destinen presupuestos crecientes, organismos específicos, especializaciones académicas, blogs y encuentros internacionales? Los expertos coinciden: cuando la información circula ad infinitum por las redes sociales, los blogueros desmienten a los gobiernos y se establecen lazos entre personas de distintos países sin mediaciones institucionales, los ciudadanos pueden no estar atentos a las variaciones del PIB o del coeficiente de Gini, pero saben muy bien qué país se preocupa por el medio ambiente, cuál tiene una política humanitaria hacia los refugiados, quién da importancia a la innovación o en cuál las políticas de infancia empiezan más temprano.

En plena competencia por la reputación global, los países emergentes, sobre todo ellos, necesitan lograr una imagen favorable ante el resto del mundo, a menudo desviando la atención de sus puntos menos positivos. No en vano, como coinciden los especialistas, en su ascenso como "potencia nacional global", China se ha vuelto "el jugador más activo en diplomacia pública del mundo".

"La diplomacia pública no es una relación de Estado a Estado, sino de Estado a las sociedades de otros países, con la idea de darle a la gente una serie de herramientas para entender mejor al propio país", apunta Gino Pauselli, especialista en relaciones internacionales de la Universidad de San Andrés. Poder blando ( soft power ), marca país, medios digitales y redes sociales, el Estado, las industrias culturales y las ONG forman un entramado que se sintetiza en una máxima: en el mundo interconectado en el que vivimos, todos somos diplomáticos.

"Es una estrategia de persuasión que supone un trabajo a largo plazo, que involucra a todas las áreas de gobierno y a muchos actores. El objetivo suele ser el desarrollo económico masivo en el extranjero, y necesita por eso que los cambios de gobierno no modifiquen la estrategia de fondo", dice Mariana Mangiarotti, fundadora de...

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