Vaticano anuncia que el Papa autorizó la canonización de Juan Pablo II y Juan XXIII
Carismático y popular, considerado uno de los líderes más influyentes del siglo XX, Juan Pablo II se convertirá este año en santo. Así lo determinó el Papa Francisco, quien ayer firmó el decreto que reconoce el segundo milagro por la intercesión del anterior Pontífice, el requisito necesario para su canonización.
Beatificado en mayo de 2011, tras reconocerse que gracias a él se había curado Marie Simon-Pierre, una monja francesa a la que le había sido diagnosticado Parkinson, Juan Pablo II ahora puede acceder a la santificación por el milagro que se produjo en una mujer de Costa Rica, Floribeth Mora Díaz, que en abril de 2011 sufrió un aneurisma cerebral que los doctores diagnosticaron como irreversible.
La mujer, devota de Juan Pablo II, y su marido Edwin, rezaron intensamente a Dios y al Papa y le imploraron ayuda. El día de la beatificación del polaco, la mujer siguió la ceremonia por televisión, y tras continuar rezando, al otro día escuchó, según ha contado, una voz que le decía: "levántate, no tengas miedo." Tras nuevos análisis, los médicos constataron que se había curado de manera inexplicable para la ciencia, señaló Efe.
Karol Wojtyla, se convirtió en jefe de la Iglesia Católica el 16 de octubre de 1978, causando una gran sorpresa. El polaco no solo era el primer Papa no italiano en 455 años, sino que procedía de un país de influencia soviética: una apuesta audaz, pero también una provocación en tiempos de Guerra Fría y persecución religiosa en el bloque comunista.
Desde el comienzo de su Pontificado destacó por su espontaneidad y su cercanía con los fieles, acercándose a ellos en cada una de sus misas y audiencias, algo que le costó en mayo de 1981 un atentado en la Plaza de San Pedro: el turco Mehmet Ali Agca le disparó, hiriéndole de gravedad.
Su popularidad creció con sus visitas a 129 países y le valieron el apodo de "Papa viajero". Entre los viajes más importantes destacan la visita a Cuba, donde fue recibido por Fidel Castro, y a Tierra Santa, por el Jubileo del Año 2000, en el que pidió perdón ante el Muro de las lamentaciones, por las persecuciones de cristianos a los judíos.
Su muerte el 2 de abril de 2005 desató una avalancha de peregrinos sin precedentes. Llegaron a Roma en pocos días más de un millón y medio de personas, que realizaron largas colas para rezar ante sus restos. Su funeral, que atrajo a las más altas personalidades de los cinco continentes, estuvo marcado por los gritos y pancartas de "Santo subito"...
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