Contra la vanidad del hombre contemporáneo: Wittgenstein según Carla Cordua - 16 de Octubre de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 651114857

Contra la vanidad del hombre contemporáneo: Wittgenstein según Carla Cordua

El título del libro proviene de una antigua práctica en la que un sacerdote ungido como "rey del bosque" accede a esa dignidad tras un ritual que incluye arrancar una rama -la rama dorada- de un árbol del bosque sagrado. Algunos críticos acusaron a Frazer de promover esa creencia, o eso se desprende de lo que escribió el etnólogo en un volumen que compendia su obra: "Espero que después de esta recusación explícita no seré ya acusado de abrazar un sistema de mitología que juzgo no solo falso, sino hasta ridículo y absurdo".

Wittgenstein (1889-1951) -tal vez el más fundamental pensador en el ámbito de la lógica y la filosofía del lenguaje, autor del "Tractatus logico-philosophicus" y de las "Investigaciones filosóficas"- fue uno de los muchos lectores del trabajo de Frazer. O un conocedor de oídas, puesto que en el período entre las dos guerras mundiales un amigo le leyó pasajes de "La rama dorada" mientras el filósofo anotaba sus observaciones; aunque luego él mismo sí revisó el volumen resumido; ambos materiales se publicaron de manera póstuma. Así lo cuenta la filósofa chilena Carla Cordua (Los Ángeles, 1925) en la introducción que escribió para su traducción de "Observaciones sobre La rama dorada de Frazer", publicada por Ediciones Tácitas. "Wittgenstein toma partido: contra Frazer y a favor de los antiguos básicamente mal comprendidos por este cultivador de las ciencias modernas", explica Cordua en la introducción.

Por ejemplo: "!Qué estrecha la vida espiritual de Frazer¡ [...] qué imposibilidad de comprender otra vida que la inglesa de su tiempo. / Frazer no puede imaginarse un sacerdote que no sea, en el fondo, un párroco inglés de nuestro tiempo con toda su estupidez y laxitud". "El disparate consiste [...] en que Frazer lo presenta casi como si estos pueblos hubieran tenido una idea completamente falsa (incluso demente) del curso de la naturaleza, mientras que ellos solo poseían una interpretación curiosa de los fenómenos. Esto es, su conocimiento de la naturaleza, si lo hubiesen puesto por escrito, no se habría diferenciado del nuestro de manera 'fundamental'. Solo su magia es distinta".

Una revelación

En veinticinco siglos de existencia, la filosofía nunca se había dado cuenta de que dependía del lenguaje, de sus virtudes y defectos; hasta que Wittgenstein puso el dedo en la llaga. Sentada en el living de su casa, en Las Condes, Carla Cordua cuenta que eso fue lo que le atrajo de su pensamiento: "Hoy todo el mundo sabe esto, pero...

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