De la valentía a la temeridad - 2 de Octubre de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 650058197

De la valentía a la temeridad

El idilio duró un suspiro. Sánchez se saltó la tutela, pensando que los militantes habían caído rendidos ante su seducción personal. El trato era que el secretario general se conformaría con ese puesto, sin aspirar a ser el candidato socialista al palacio de gobierno. Susana Díaz le había dado las llaves del bólido, pero solo para que lo estacionara. Pero Sánchez se quedó con el bólido, tomó carretera y lo condujo hasta caer al precipicio. Un camino que le costó la dimisión.

Mientras, quienes lo habían apoyado contemplaban, atónitos, cómo hacía y deshacía a su antojo, sin descolgar el teléfono, sin establecer complicidades, rompiendo los puentes con muchas direcciones regionales y obviando a los notables antepasados socialistas que le habían ayudado a llegar a la cima. Paulatinamente, sus adversarios empezaron a disparar contra él hasta convertir las conspiraciones contra Sánchez en el estado natural interno del PSOE. Nunca un líder socialista concitó tanto odio interno.

Sánchez reaccionó al acoso encerrándose con un grupo de fieles, actuando sin piedad contra sus críticos y dejándose mecer por el calor de los militantes. En la calle, las señoras se lo rifaban para sus selfies . Sánchez se convirtió en un político famoso, pero no en una alternativa de gobierno al PP. Y los ángulos de su cara, así como su actitud, se fueron endureciendo a medida que aumentaba el acoso contra él y se acumulaban las derrotas electorales sin querer asumir su responsabilidad en ellas.

Es cierto que se topó con un obstáculo inesperado en el camino de su potente bólido. Un partido político a su izquierda con un líder más renovador que él. Su elección como secretario general tenía como objetivo renovar el partido para frenar el avance de Podemos. Sánchez no ha podido detener la sangría de votos.

Las elecciones del 20 de diciembre de 2015 pusieron fin a la hegemonía del PSOE en la izquierda española. Podemos se le acercó a menos de 300.000 votos. Aunque el odio contra él ya había fermentado en los presidentes autonómicos, sus críticos le perdonaron la vida después...

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