Urgencia Roja - 20 de Julio de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 520494754

Urgencia Roja

Va gritando y tocándose la cabeza mientras lo ingresan, acompañado de familiares llorosos, pero no logra inmutar a la veintena de personas que, mientras esperan a sus parientes internados, matan el tiempo con un café y cigarrillos que son calados en silencio.

A la 1:20 de la madrugada, una patrulla de Carabineros rompe el silencio. Apeándose del auto, dos policías escoltan a un joven de pelo corto, delgado, alto y con las manos esposadas. Vienen a constatar lesiones tras una detención. La gente se aleja de la entrada, abriéndole paso al detenido, y dejan por un momento sus cafés y cigarrillos, murmurando entre sí, aunque no se conozcan. Algunos sacan celulares y fotografían el momento. El tema de la noche será especular qué habrá hecho.

-Esto no es raro. Lo raro es que pase un lunes.

Uno de los acomodadores de vehículos del sector dice estar acostumbrado a ver escenas como esta, mientras bebe alcohol desde una pequeña botella de vidrio que oculta en un basurero a una cuadra de Urgencias.

Agrega que es aún más común ver llegar -más que nada jóvenes- heridos de bala o con cortes de cuchillo, "en especial por el tórax, la zona preferida". Son las víctimas de continuas peleas entre pandillas enemigas, que generalmente provienen de poblaciones aledañas al hospital, como La Legua.

Gonzalo, quien vive en San Bernardo, pero trabaja y a veces duerme en el hospital, también sabe de esos casos. Dice que es cosa de ponerse a escuchar los disparos y luego esperar.

-Llegan en autos grandes, acelerados. Gritan garabatos a la gente: que tienen que dejarlos pasar, que son prioridad. Que si no lo van a lamentar.

Uno de los guardias del sector, quien prefiere mantener su anonimato , afirma que en muchos casos simplemente los dejan pasar, por temor a lo que pueda ocurrir si estas personas reciben un "no" por respuesta.

-Cuando uno de ellos muere, se toman las manos y comienzan a gritar fuerte "!No¡ !Nos vamos a vengar¡" Y entonces se suben a sus autos, y aceleran.

Vecinos peligrosos

Afuera del Hospital El Pino de San Bernardo, cuando el reloj se acerca a las tres de la mañana, Carlos Figueroa se dedica a estacionar los vehículos que se dirigen a urgencias. En vez de un paño, para dar indicaciones a los conductores, agita un grueso palo de madera de 50 cm. Dice que lo usa especialmente en las noches, pues está acostumbrado a lidiar con gente ebria y drogadictos que se comportan de manera violenta.

-O peor, cabros de bandas de delincuentes no más.

Un...

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