el universo de la poeta Cecilia Vicuña
-¿Quién es Cecilia Vicuña?
-No se sabe, menos mal.
Cecilia Vicuña está en la cocina de la casa en Vitacura donde viven sus padres. La misma en la que empezó a escribir a los 12, mirando, desde el segundo piso, pedazos del cerro El Plomo y el Manquehue. En ese entonces su obra no había sido publicada ni traducida a más de 10 idiomas y sus instalaciones y performances no habían llegado ni al MoMA ni al Whitney Museum de Nueva York ni al ICA de Londres ni al Reina Sofía de España.
-¿No se sabe?
-Lo mejor de una persona es que no se sabe nada. Sobre todo de uno mismo. Uno no sabe nada de uno mismo.
-¿Cómo uno se da cuenta de que no sabe nada de sí mismo?
-Cuando empecé a escribir me propuse abarcar la verdad más total, absoluta e inaguantable que pudiera, de todo lo que yo pensaba y sentía y vivía. Y así lo hice. Me entrené a mí misma para escribir sin censura ni mediación y descubrí lo infinito de lo humano. Por más que desees y busques conocerte a ti mismo siempre hay algo más hondo, algo a lo que tú todavía no has llegado.
Cecilia Vicuña, menuda, vestida entera de polar plomo y botas Ugg, tiene el rostro curtido y el pelo canoso, trenzado hasta las caderas. Por un ventanal, se asoman las más de veinte especies nativas de árboles, arbustos, plantas, flores y hierbas del patio de sus padres, que parecen sacadas de un jardín botánico.
Nunca ha dejado de verlos. En las últimas décadas, su contacto con su familia, y con Chile, ha sido permanente. Aquí ha hecho performances en defensa de guanacos, humedales, el mar, las semillas y el agua, en lugares como el Glaciar de El Plomo, el río Mapocho, el Aconcagua, Concón y Punta Arenas, que han sido exhibidas y estudiadas en el mundo.
El 2014 presentó, en el Museo de la Memoria y en el Bellas Artes, su archivo personal de memorias de "Artist for Democracy" -una organización de artistas que fundó en 1974, en Londres, que se manifestó, tras el golpe, con instalaciones, pinturas y performances que hablaban de política y de luchas sociales y que convocó a nombres como Roberto Matta, Sol Lewitt y Julio Cortázar- y en 2015 se reeditó, de manera más reciente, por la galería Patricia Ready, "Sabor a mí", su primer libro, publicado en 1973 por la editorial Beau Geste Press, pionera, en los setenta, en la publicación de libros de artistas experimentales en Europa.
"Sabor a mí" es un libro de poemas, pinturas y "basuritas" -que es como Cecilia apoda sus "objetos precarios" construidos con restos de basuras y despojos del mar- y es parte de la colección de la Tate Gallery, en Londres, y del MoMA, en Nueva York.
Un puñado de académicos chilenos y extranjeros, de universidades como la Católica y la Chile, pero también de Berkeley, la ha estudiado por su influencia pionera en el arte y la literatura latinoamericana. Cantantes contemporáneas como Camila Moreno hablan de ella como hablarían de una mentora espiritual. Hace meses su nombre sonó, además, como candidato al Premio Nacional de Literatura.
-Resultó que no era verdad. Era un rumor. En ningún momento fui nominada...
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