Universitarias con piernas - 4 de Diciembre de 2010 - El Mercurio - Noticias - VLEX 239243486

Universitarias con piernas

La última vez fue así: cinco compañeras picando corte brunuar, cinco compañeras picando corte concassé y ella sola intentando montar 200 platos. Era una prueba práctica de gastronomía en una universidad privada y el profesor gritaba.

-!Francisca, esto no está listo¡, ¿qué pasa?

-Pero profesor, me dijo, que lo dejara así no más.

-Francisca !No está listo¡

Ella explotó de nuevo y el resto de la clase la miró con una mezcla de vergüenza y pena.

No saben ni la mitad.

Son las doce y media del día cuando Francisca llega a trabajar a Skandalo. Está vestida con jeans, polera blanca y zapatillas. Es rubia, de ojos verdes, tez clara. En la calle hay un sol espléndido, pero al cruzar la puerta da lo mismo: podrían ser las diez de la noche.

El local, en su planta baja, no tiene más de 30 metros cuadrados: un pasillo ancho con una barra en forma de U al medio, rodeado de espejos. Las mujeres, cinco a esa hora, se mueven dentro de ese semicírculo, en una especie de pasarela que se eleva medio metro sobre el suelo para que la vista de los clientes quede a la altura de sus ombligos. Una jefa está encargada de la caja. La música suena tan fuerte que, a dos metros de distancia, es imposible escuchar una conversación. Adentro se fuma y el humo se impregna a la ropa. Cuesta horas sacárselo.

Antes de pasar al camarín, Francisca mira la barra y saluda. Hay dos clientes. Uno es un joven peruano que habla trivialidades con Sofía, mientras con una mano toma un vaso de cerveza y con la otra le toca el trasero. Sofía se la corre con disimulo, pero cinco segundos después la mano está otra vez ahí, hundida en la carne.

Sofía tiene 23 años, vive con su abuela, la ayuda con sus gastos médicos y cancela 110 mil pesos de mensualidad en Trabajo Social una universidad tradicional, lo que es, según ella misma se ha dado cuenta, una contradicción vocacional: cuando egrese, si es que egresa, le pagarán un tercio de lo que gana hoy por sacar a las mujeres de lugares como Skandalo. Por sacarse a ella misma de ahí.

-Según lo que me enseñan, yo estoy en posición de vulnerabilidad social. Y puede ser, pero sería más vulnerable si ganara 200 lucas en un trabajo normal. Por mí barrería calles, si me pagaran lo mismo que acá.

En la universidad dice que trabaja de niñera. Hace unos meses una compañera hizo un trabajo sobre jóvenes universitarias que se prostituyen y trabajan en cafés con piernas. Sofía casi no escuchó la disertación.

A los 19, mientras caminaba por la playa recién salida del colegio, sin plata para estudiar, alguien le comentó que estaban buscando señoritas para un café. Pese a ser muy tímida fue a la entrevista y ya lleva cuatro años trabajando, con algunas interrupciones. Su sueldo puede llegar al millón de pesos al mes y rara vez baja los 600 mil. De hecho, si en dos meses consecutivos no llegase a los 300, simplemente tendría que irse: ya no sería rentable para el local.

El peruano ya se ha tomado cuatro cervezas. Sofía se lleva un porcentaje de las últimas tres. Cada vez que pide una, ella le baila durante media canción detrás de la barra, siempre mirando al espejo del frente, nunca a los ojos. Tras casi dos horas de conversación, el hombre finalmente saca los siete mil pesos que cuesta un baile privado, sin ropa, con toqueteo, en el VIP del segundo piso. Cualquier arreglo más allá de eso, depende exclusivamente de cada señorita. Primero sube él, después Sofía.

A la vuelta, el peruano se sienta donde mismo y pide otra cerveza. Hay otros tres clientes. Si, en cambio, el local estuviese vacío, Sofía podría sacar el computador que siempre trae consigo y pasar...

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