Cuando la universidad se abrió a las chilenas - 14 de Febrero de 2017 - El Mercurio - Noticias - VLEX 664963733

Cuando la universidad se abrió a las chilenas

Pero el ingreso femenino a las aulas no fue un proceso instantáneo: pasaron cuatro años para que la primera estudiante aprobara su examen de bachiller en Humanidades y pudiera matricularse en la Universidad de Chile. Se trató de Eloísa Díaz Insunza, santiaguina nacida en 1866 -hija del matrimonio formado por Eulogio Díaz Varas y Carmela Insunza- que el 11 de abril de 1881 recibió la felicitación del propio ministro Amunátegui por rendir una prueba brillante y al día siguiente se matriculó en Medicina.

Eloísa Díaz recordaría este episodio como el más importante de su vida: "Rendí esta prueba de noche y como una distinción, el Consejo que funcionaba en otra sala acordó entregarme inmediatamente el diploma (...) Sentí una alegría infinita. Por eso, hasta hoy, después de transcurridos tantos años, recuerdo aquel momento con íntima satisfacción", dijo en 1927 en una entrevista a "El Mercurio". El 2 de enero de 1887, el Presidente José Manuel Balmaceda le entregó su título de médico cirujano, por tratarse de la primera mujer profesional de Chile y también de Sudamérica.

De esta manera, Chile fue pionero en contar con mujeres profesionales en el continente. Incluso más: cuando Ernestina Pérez -nacida en Valparaíso en 1868, quien se recibió de médico una semana después que Díaz- fue a especializarse en ginecología en Alemania, se encontró con que las mujeres tenían vedado el ingreso a la universidad, por lo que tuvo que asistir a clases separada de sus compañeros por un biombo. Poco más de siete meses después de la titulación de Eloísa Díaz -el 25 de agosto de 1887- se graduó la primera cirujana de México, Matilde Montoya, y el 2 de julio de 1889 fue el turno de la primera médico y profesional de Argentina, Cecilia Grierson. Solo Estados Unidos tenía mayor trayectoria en formar profesionales femeninas: en 1845 se tituló la primera mujer, Elizabeth Blackwell, también en medicina.

En la práctica, la promulgación del decreto Amunátegui no generó un ingreso masivo de chilenas a la universidad. Después de las dos primeras profesionales ya citadas, hasta 1900 el máximo de casos de mujeres graduadas de la Universidad de Chile fueron nueve en 1892, el promedio era entre dos y cinco, y hubo años (1882 y 1884) en los que no egresó ninguna.

La historiadora y académica de la Universidad Católica y del Instituto de Investigación en Ciencias Sociales de la Universidad Diego Portales, Ana María Stuven, explica:

-Lo que hace el decreto Amunátegui es facilitar que los planes de estudio sean similares para que puedan postular igual que los varones. (En el fondo) estas leyes significan ponerse a tono con la modernidad, con el predominio de la razón sobre las creencias, y ese es un debate que empieza muy temprano.

Tanto Eloísa Díaz como su colega Ernestina Pérez se convirtieron en símbolos de un cambio significativo dentro de la sociedad chilena, para el cual tuvo que recorrerse un camino tortuoso.

Primeros pasos

Aunque antes de que el país comenzara su vida independiente, en marzo de 1810...

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