Los últimos meses del guardián del molino - 13 de Mayo de 2023 - El Mercurio - Noticias - VLEX 931158751

Los últimos meses del guardián del molino

Helmuth Grollmus (86) preparaba una taza de té cuando sintió el estruendo. Su hijo Christian (55), abogado, estaba en otro lugar de la casa, conectado a una sesión de trabajo remoto. El ruido, describe ahora Christian, fue el de un choque de metales, "un portonazo", dice, y de inmediato abrió la puerta de la casa para mirar qué estaba pasando. En una fracción de segundos alcanzó a distinguir camionetas, hombres encapuchados y una ráfaga de disparos dirigidos hacia él.Ocurrió a las seis de la tarde del 29 de agosto de 2022. Fue noticia en todos lados: un ataque incendiario que en cosa de minutos convirtió en cenizas el molino de la familia Grollmus, de más de 140 años, patrimonio arquitectónico de la colonización alemana en la comuna de Contulmo, y declarado legado patrimonial por el Consejo de Monumentos Nacionales. Un día después del incidente, la agrupación Resistencia Mapuche Lafquenche (RML) se atribuyó la responsabilidad del ataque. Durante su visita a La Araucanía en noviembre, el Presidente Gabriel Boric reconoció el atentado como "un acto con características terroristas".Hoy es mayo. Han pasado casi nueve meses desde el ataque y dos semanas desde el fallecimiento de Helmuth Grollmus, producto de una septicemia después de pasar 20 días hospitalizado por una falla renal. Christian, su hijo, está al interior de su casa en Contulmo, al sur de la Región del Biobío. Es lo único que quedó en pie, dice. Alrededor todavía hay cenizas. Marcas del fuego y las balas que enfrentó junto a su padre, parapetados en el interior de esta construcción de madera.-Mi papá se defendió hasta lo último -dice Christian, rodeado de ruinas-. Pudo haber muerto esa noche, como yo o como mi tío, que sacó la peor parte. Pero murió igual por las secuelas de este ataque. Murió igual a causa del terrorismo.Christian recuerda que cerró la puerta y corrió a buscar a su padre para advertirle de los disparos. Hasta ese minuto, dice su hijo, Helmuth pensaba que provenían de cazadores fuera de temporada, pero al darse cuenta, le dijo que fueran por sus armas: dos escopetas para la caza, una calibre 12 y otra calibre 36, heredadas de sus antepasados, y una pistola calibre 9 mm, todas inscritas. Su padre se quedó en el piso de abajo. Christian subió para repeler el ataque desde el segundo piso.-No sentimos miedo -dice Christian-, sino rabia. Mi papá me miró antes que yo subiera y, sin que me dijera nada, entendí el mensaje: tenemos que defender esto.El sonido, dice Christian...

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