El último amor de Violeta - 21 de Febrero de 2017 - El Mercurio - Noticias - VLEX 666492369

El último amor de Violeta

Pero la idea no funcionó.

La escultora Teresa Vicuña, cuyo nombre abría la nómina de profesores que aparecía en el volante, es la única sobreviviente del grupo de docentes que Violeta Parra había convocado para su proyecto educativo popular. Para la "universidad del folklore" como la folclorista la llamaba. Hoy, a sus 93 años, en su casa del Paradero 14 de La Florida, recuerda esa experiencia:

-No era posible que resultara, ni la carpa ni la universidad.

Teresa Vicuña y Violeta Parra eran amigas desde los años 50, se conocieron a través de Nicanor Parra, quien era compañero de trabajo del marido de Vicuña en la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Chile. Veraneaban juntas en Isla Negra y la escultora llegó a conocer bien su carácter:

-Ella era muy porfiada: siempre hacía las cosas a su manera. Fantásticamente inteligente, muy rápida, muy exigente con todo. Pero lo de la carpa fue terrible. Era una idea desproporcionada: hizo una carpa para mucha gente, pero era tan lejos y casi no había micros para allá. Había casi que ir a pie, era caro y difícil. Nunca hice clases en esa carpa.

El sueño de Violeta

A mediados de 1965, Violeta Parra llamó desde Suiza al entonces agregado cultural chileno en París, Gastón Soublette -quien había traspasado a partituras unas 300 piezas musicales que Violeta se aprendió de memoria en sus recorridos por los campos- para contarle que se volvía a Chile después de tres años, y quería aprovechar de verlo durante la escala de su avión. "Voy a ver qué están haciendo los cabros", le contó, refiriéndose a sus hijos Ángel e Isabel, que habían vuelto en 1963 y fundado la Peña de los Parra en la calle Carmen 340, en el centro de Santiago.

Desde su casa de Limache, Soublette recuerda que la peña "se puso de moda y empezó a ir gente encopetada, del barrio alto. Tengo la impresión de que a ella no le gustó el ambiente que se había formado, y quiso hacer algo más popular, no tan pituco", y por eso cree que Violeta buscó crearse un espacio propio.

La idea de hacerlo en una carpa habría surgido, contó en Revista La Bicicleta en los 80 el fotógrafo Sergio Larraín, cuando él invitó a Violeta a cantar en un evento en la Feria Internacional de Santiago (el antiguo Parque Cerrillos), recinto que a petición de la recopiladora debía estar cubierto. Para ese efecto usaron una carpa, que a Violeta le gustó tanto que se la pediría como pago, según la versión del libro "Gracias a la vida: Violeta Parra Testimonio". Ella recorrió varios municipios buscando un terreno para instalarla, hasta que llegó donde el alcalde de La Reina, Fernando Castillo Velasco. Su viuda, Mónica Echeverría -autora de la novela biográfica "Yo, Violeta"- lo recuerda así:

-Fernando le dijo que él le prestaba un lugar para que hiciera ahí lo que ella quisiera, y quedó muy emocionada. Eso quedaba justo detrás del Unimarc actual, en la parte media de La Reina. Llamó a sus hermanos y montaron una carpa grande con la finalidad de presentar sus obras, cantar, pero además, y eso fue lo hermoso, que esta carpa sirviera para instruir al pueblo, enseñarle cerámica, a pintar, a cantar. Nosotros fuimos al estreno, y varias veces más a...

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