De Trump a Bolsonaro: ¿Populismo o fascismo? - 14 de Octubre de 2018 - El Mercurio - Noticias - VLEX 742103185

De Trump a Bolsonaro: ¿Populismo o fascismo?

En la segunda década del siglo XXI el suelo que pisamos es aún más inestable que en la segunda mitad del XIX, cuando Marx dijo que la revolución capitalista disolvía todo lo estable, toda certeza. En nuestro presente acelerado, líquido, vacío, incierto, de crisis económicas periódicas, donde cada quien, si puede, cura sus heridas, no es extraño que sintamos temor. ¿Cómo ha respondido el sistema político a esos miedos? No muy bien, a la luz del avance de liderazgos que alardean de ultranacionalistas, xenófobos, racistas, homofóbicos y misóginos. Liderazgos como el de Jair Bolsonaro, quien hace una semana ganó la primera vuelta de las elecciones presidenciales brasileñas, y, parece, será el presidente de la primera potencia sudamericana.Bolsonaro y su Partido Social Liberal son solo el último de una serie de triunfos ultraderechistas: Donald Trump (Estados Unidos), Matteo Salvini (Italia), Jaroslaw Kaczynski (Polonia), Viktor Orban (Hungría), o grupos como el Frente Nacional de Francia, de Marie Le Pen, Alternativa para Alemania y el Partido de la Libertad de Austria.Gilles Lipovetsky, el filósofo francés de la hipermodernidad, autor, entre otros libros, de "La era del vacío" y "De la ligereza" (ambos en Anagrama), cree que el auge de dichos grupos "es una consecuencia" del capitalismo actual: "Ya no es a nombre de una gran ideología que se construyen esos movimientos o que ganan elecciones -expone-, sino porque estamos en sociedades en movimiento, marcadas por la inseguridad. En primer lugar, la inseguridad material. Trump fue elegido en Estados Unidos por la clase media baja, los obreros blancos que se sienten amenazados".Para Sergio Micco, doctor en filosofía y profesor del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile, lo central de lo que llama "nacional populismo" es la condena abierta "a la globalización económica, especialmente la financiera, y la política. La primera destruye fuentes de empleo locales, industrias nacionales y mina las identidades culturales", explica. "Surge un capitalismo que no paga impuestos ni genera trabajo". Y la segunda, la globalización política, les quita poder a las instituciones democráticas nacionales, agrega Micco: "Como dice Baumann, el poder se separa de la política. El primero es la capacidad de hacer cosas; la otra es la de decidir. Los políticos deciden, pero el Estado impotente no manda. El elector francés vota por un representante que le ofrece proteger a la agricultura nacional, y...

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