El triunfo íntimo de Salvador Allende - 29 de Agosto de 2020 - El Mercurio - Noticias - VLEX 847531379

El triunfo íntimo de Salvador Allende

-Era la sensación de que ese día se ponía fin a una serie de frustraciones que veníamos viviendo como familia, y mi papá especialmente, desde de que el 58 había estado a punto de ser Presidente, y el 64 había sufrido una rotunda y dolorosa derrota. Había una electricidad positiva, una sensación de que ahora sí íbamos a ganar.La senadora Isabel Allende (75) toma asiento en el comedor de la histórica casa familiar en calle Guardia Vieja, en Providencia, en el mismo lugar en que el 4 de septiembre de 1970, a eso de las seis de la tarde, prendieron la radio para escuchar en vivo el conteo de votos de la cuarta elección presidencial que protagonizaba el doctor Salvador Allende.-Mi papá estaba inscrito para votar en Magallanes, porque había sido elegido senador por esa zona. Así que no podía sufragar en Santiago. Por eso decidió que haría el rito de acompañar a mi mamá a votar. Yo tenía 25 años y llegué temprano para ir con ellos. Luego los hermanos fuimos a votar cada uno por separado y volvimos a la casa a almorzar -recuerda Isabel Allende, la menor de las hijas del matrimonio entre Salvador Allende y Hortensia Bussi.Su padre se fue a dormir la siesta -"algo sagrado para él"- y ya en la tarde empezó a llegar gente a la casa. La senadora recuerda el conteo en las urnas que se transmitía por la radio: "Allende", "Allende", "Alessandri", "Tomic", "Alessandri". Era una votación apretada.-El primer cómputo no lo dio como ganador, pero luego se empezó a ver que había una tendencia. Como a las nueve de la noche ya era claro que había sido un triunfo, estrecho, pero triunfo igual.La familia en pleno se dirigió al centro de Santiago, a la sede de la Fech, donde Salvador Allende hizo su discurso de triunfo desde un balcón.-Lo hizo con un megáfono, en una instalación muy precaria. Mi marido de ese entonces y yo nos quedamos abajo. La Tati (Beatriz, su hermana mayor) y la "Tencha" (su madre) estaban con él arriba, había que tener cuidado, porque la casona era precaria y vieja y estaba el riesgo de que no fuera a aguantar.El discurso del 4 de septiembre, dice Isabel Allende, tenía una cosa muy bella, "porque era la emoción, el agradecimiento y la certeza de que el pueblo estaba entrando con él a La Moneda.Allende recuerda que su padre sabía que lo que proponía como proyecto era difícil y que iba a tener obstáculos.-No iba a ser fácil, porque eran reformas profundas y estructurales importantes. Él estaba consciente. Por eso su discurso de ese día fue impactante: "Vayan a sus casas y cuando acaricien a sus hijos piensen en el mañana y la dura tarea que nos espera" -repite de memoria.Salvador Allende y Hortensia Bussi se casaron en 1940, cuando él ya había elegido la vida política: en esa época era ministro de Salud de Pedro Aguirre Cerda. Vivían en un departamento de calle Victoria Subercaseaux, en el centro de Santiago. Ahí nacieron sus tres hijas, Carmen Paz, Beatriz e Isabel.En 1953 se cambiaron a la casa de Guardia Vieja, que en su historia tiene tres campañas presidenciales y otras tantas para senador. Por eso, Isabel Allende se ha empeñado en no venderla, a pesar de que a uno y otro lado está llena de edificios que la han dejado con poco sol.-De la primera campaña del 52 tengo recuerdos muy vagos. Me acuerdo de que estábamos en la casa de un gran amigo de mi padre y escuchábamos por la radio: "Allende cero". Sacó poquísimos votos, y veía que estaban todos muy serios. Pero mi padre siempre fue consciente de que era una candidatura testimonial.En 1958 fue la segunda campaña presidencial, en la que perdió por 30 mil votos, "un poco menos de lo que sacó el cura de Catapilco", apunta la senadora.Agrega que los recuerdos que tiene de esa vida familiar con este papá que viajaba todo el tiempo por sus constantes campañas, son buenos.-Lo acompañábamos cuando estábamos de vacaciones y era entretenido. Y cuando estábamos en Santiago y él era senador, a esta casa siempre venía a almorzar e invitaba gente. A nosotros nunca nos mandó a comer a otro lado, siempre nos sentó en la mesa y uno escuchaba unas conversaciones maravillosas.Isabel Allende cuenta que si bien la vida de su papá giraba completamente en torno a la política, igual había tiempo para una conversación entre padre e hija.-Por supuesto que sí, los pocos días que se tomaba de vacaciones los pasábamos en Algarrobo. Ahí nos enseñó a nadar, a remar. Una cosa maravillosa que voy a recordar siempre era ver las puestas de sol en Mirasol.Pero pocas veces estaban solos.-Generalmente éramos nosotros, pero también había gente conocida (...). En Algarrobo teníamos momentos de mayor intimidad. Algunos domingos o fines de semanas largos nos llevaban al cerro San Cristóbal. La gracia era subirlo y bajarlo a pie. Eso le encantaba al "Chicho". Nuestro gran premio era una bebida.Isabel Allende vivió en esta casa familiar hasta 1964, cuando se casó.-Yo tenía 19 años; entonces, él encontró que era una locura. Yo estaba embarazada y no le gustó nada que yo tan tempranamente me casara. Tenía miedo de que no terminara mi carrera. Yo estudiaba...

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