Tres versiones de la censura, según Robert Darnton - 8 de Marzo de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 560102814

Tres versiones de la censura, según Robert Darnton

Mas, quien lea "Censores trabajando. De cómo los Estados dieron forma a la literatura" (Fondo de Cultura Económica, FCE), el libro más reciente del historiador estadounidense Robert Darnton -especialista en historia cultural del libro, y en el siglo XVIII francés, y director de la biblioteca de la Universidad de Harvard- descubrirá que el asunto es más complejo.

Su libro, escribe Darnton, quiere responder a la pregunta: ¿cómo trabajaban y cómo entendían su trabajo los censores?

Para contestar, reconstruye la "operación de la censura" en tres sistemas autoritarios: la monarquía borbónica en la Francia del siglo XVIII, el Raj británico en la India del XIX, y la dictadura comunista en la República Democrática Alemana (RDA) en el XX. "En cada caso, el carácter de la literatura misma tenía especificidad cultural", se lee.

Privilegiar

"Lejos de sonar como centinelas ideológicos -dice el libro-, los censores escribían como hombres de letras y sus informes podrían considerarse una forma de literatura".

¿Una forma de literatura?

"George Bernard Shaw dice 'La última forma de censura es el asesinato'. Eso fue lo que pasó cuando los terroristas acribillaron al equipo de Charlie Hebdo, en París, el 7 de enero", responde Darnton desde Estados Unidos.

"Lejos de sentir simpatía por la censura, soy un convencido del derecho de la libertad de expresión. Pero pienso que es importante entender la censura, no simplemente condenarla. En este caso, me refería a los censores franceses del siglo XVIII. Ellos fueron incluso hombres de letras, e incluso conocían a los hombres de letras cuyas obras censuraban. Puede sonar extraño hoy, cuando la gente tiende a pensar en la censura meramente como represión, pero bajo el Antiguo Régimen era de hecho positiva: un respaldo oficial a un libro. Los reportes de los censores frecuentemente apreciaban el estilo y el asunto del texto enviado. En los memos que intercambiaban al interior de la burocracia de vigilancia de la industria del libro, los censores usaban frases como 'Defendemos el honor de la literatura francesa'".

Hablaban, por ejemplo, de las "cosas fascinantes" contenidas en un libro, de las "reflexiones edificantes y razonables" de otro; y se condenaba "el tono ligero y bromista" o el "estilo deleznable". Claro, porque lo que llamamos censura eran "aprobaciones", en nombre del rey, que incluso se imprimían en los libros. O sea, un privilegio en un mundo donde todo, precisamente, era privativo del monarca.

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