Tres experiencias exitosas - 8 de Septiembre de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 527178782

Tres experiencias exitosas

Sin embargo, sus historias acumulan varias coincidencias. Los tres tomaron proyectos agrícolas en el último lustro. Pero, lo más interesante es que de inmediato se subieron al carro de la agricultura de precisión. Los resultados del trío han sido notables, con producciones sobre el promedio nacional en remolacha, en el caso de Patricia; notoria mejora en la calidad de los suelos, por parte de Pablo; y Carlos, que fue capaz de convertir un campo abandonado en un centro de engorda de ganado vacuno.

Por eso, los tres son grandes creyentes de la agricultura de precisión.

Desde análisis satelitales de suelos hasta el control a distancia de pivotes de riego, pasando por la automatización de la siembra son herramientas que utilizan los nuevos emprendedores del agro.

"Antes no había muchos ejemplos; sin embargo, desde hace un par de años comenzó a multiplicarse el número de productores que están utilizando la agricultura de precisión. Cuando los agricultores ven que alguien que conocen logra buenos resultados, se abren a usar las nuevas tecnologías", afirma Pablo Seco.

Porque son las personas las que finalmente les sacan partido a las tecnologías.

Medio siglo de espera

Carlos Frey (66) pasó su niñez en las cercanías de Puerto Varas, a orillas del lago Llanquihue. Su familia vivía de la agricultura hasta que su padre falleció. "Con su muerte nos arruinamos y nos fuimos a vivir a Santiago", recuerda. En la capital estudió Administración Pública y trabajó en varias empresas, jubilando como ejecutivo de Central de Restaurantes Aramark, una empresa de alimentación institucional.

Aunque crió a sus hijos en Santiago y allí nacieron sus nietos, Carlos guardó por casi medio siglo el anhelo de volver a ser agricultor en el sur. Con los ahorros de toda su vida laboral compró el Fundo Lagunillas, un campo abandonado a medio camino entre La Unión y el lago Ranco, en la Región de Los Ríos.

Hace tres años se retiró de su trabajo santiaguino para dedicarse 100% a su sueño agrícola. Eso sí, el campo tenía el material justo para una pesadilla: bosques, matorrales y ausencia de potreros definidos. La calidad del suelo era una gran incógnita.

Una de sus primeras medidas fue contratar un estudio para clarificar sobre qué piso caminaba. A través de una empresa de retail agrícola de la zona contrató los servicios de Agrosat. Como partía de cero, su primera tarea fue definir el tamaño de los diferentes potreros. El segundo paso fue analizar la calidad de los...

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