El tono de Jorge Edwards
ILa obra de Jorge Edwards como cronista es inseparable de su voz como novelista. Llego a pensar que sus mejores novelas y cuentos son casi crónicas recreadas como ficción. Esto ocurre, desde luego, en la que creo que es su mejor novela, "El origen del mundo" (1996). En ese sentido, su figura de escritor se parece a la de su tío, Joaquín Edwards Bello, a partir de quien Edwards (Jorge) escribió su novela "El inútil de la familia" (2004).Escojo como muestra estos dos parrafitos entre muchos otros."Y hasta tengo la impresión de que un hombre forzudo, corpulento, moreno, con cara de camionero, de matarife, de puestero de La Vega, ¿con una cicatriz en la cara, con un labio partido?, abrió la puerta de su cuarto, el cuarto donde me había encerrado tantas veces, con tanta dulzura, en los atardeceres del invierno que acababa de pasar, y la arrastró de un tirón hacia adentro". ("Los círculos morados", Memorias I, 2012)"Tenía la costumbre, Silvia, de reírse de las cosas de Felipe, de hablar más bien mal de él, pero cuando él llegaba a una parte, ella se animaba, se alegraba, cambiaba de comportamiento en forma visible. Los demás quizás no lo veían, pero yo lo veía muy bien, más que bien, y me parecía que la evidencia era abrumadora, escandalosa. !Silvia¡, exclamaba para mis adentros, y observaba de reojo, con escaso disimulo, con emociones que un buen lector habría podido leer en mi cara, el entusiasmo con que lo besaba en las mejillas al saludarlo, repetidas veces, terminando por besarlo demasiado cerca de la boca. Demasiado cerca, demasiado entusiasmo, mascullaba yo, pero no decía una sola palabra, y pronto, porque soy, o era, más bien dicho, en aquél tiempo, una persona de excelente salud (tengo miedo de que la salud, ahora, se me esté transformando en enfermedad), pensaba en cualquier otra cosa". ("El origen del mundo", 1996).La mayor creación de Jorge Edwards es su tono. Creo que los párrafos citados pueden dar una idea de su voz como narrador. En el material inmenso del lenguaje, que es público, que es de todos y de nadie, Edwards encontró una manera de dejar una huella propia, de construir una personalidad individual. "El estilo es el hombre mismo" es la famosa frase de Buffon. Pero eso para gran parte de los escritores no es algo espontáneo. Con el tiempo, Edwards consiguió ir construyendo un equivalente suyo en la escritura. Y lo hizo acercándose a su manera de conversar, que era su manera de pensar. "El estilo", afirma Flaubert, "es sólo una manera de pensar". Edwards es un escritor que piensa con su estilo. El estilo de Edwards tiene algo conjetural, provisorio, tentativo. El narrador, incluso en sus memorias, "Los círculos morados" y "Esclavos de la consigna", Memorias II (2018), mantiene ese modo dubitativo: "Y hasta tengo la impresión...". O en "El origen del...
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