Todos los sabores de Nueva Orleans - 16 de Noviembre de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 544011302

Todos los sabores de Nueva Orleans

La muffuletta es un sándwich, pero en realidad es más que eso: una adictiva delicia creada por una familia de sicilianos que se estableció en esta ciudad a principios del siglo XX. Aquí, estos inmigrantes abrieron un almacén llamado Central Grocery, el mismo que sigue funcionando hasta el día de hoy en el número 923 de la calle Decatur, en pleno French Quarter, el barrio histórico.

Según la versión de Marie Lupo -hija de Salvatore Lupo, el fallecido fundador del negocio-, a comienzos de 1900 este almacén era un sitio habitual para el almuerzo entre los granjeros de origen siciliano que llegaban a vender sus productos en uno de los tantos mercados que había en la ciudad. La orden de los clientes tendía a ser siempre la misma: el plato debía tener algo de salame, jamón, queso y ensalada de aceitunas, todo acompañado por un pan italiano trenzado o, como opción, uno redondo con sésamo llamado, precisamente, muffuletta. El almuerzo había que comerlo estilo siciliano: esto es, sentados sobre algún cajón, tratando de balancear la comida sobre las rodillas. Para facilitar la maniobra, Don Lupo sugirió meter todo dentro del pan, y como la muffuletta resultó más suave para morder que el pan trenzado, terminó imponiéndose para siempre.

A partir de ese momento, la gente comenzó a llegar a Central Grocery para pedir simplemente una muffuletta, el sándwich que llegaba a la mesa tal como lo hace hasta hoy, con todas sus partes esenciales: dos rebanadas de pan redondo con sésamo, y entre ellas, una gruesa capa de salame, jamón, quesos emmental y provolone, y -el secreto de la casa- una sabrosa ensalada de aceitunas.

Más de un siglo después, el ritual hoy aquí sigue siendo prácticamente el mismo. Uno camina por la calle Decatur del French Quarter. Ve el letrero del Central Grocery. Empuja la puerta. Y entonces se despliega este antiguo almacén italiano tapizado con conservas, embutidos, aliños y productos gourmet, todo bajo un delicioso aroma a aceite de oliva que parece impregnarse por los poros. El bigote de la señora que atiende tras el mesón y reparte las muffulettas ya empaquetadas en papel no debiera intimidar. En un acto rápido y fluido, como ocurre siempre con las tradiciones, uno sencillamente se pone a la fila, llega frente a la mujer y pide su muffuletta: media porción o una completa. La primera viene cortada en dos trozos; la segunda, en cuatro. La primera es más que suficiente; la segunda, un exceso (créanos): el sándwich tiene 25 centímetros de diámetro.

Tras pagar los casi 10 dólares por la media porción, solo queda hincar los dientes en esta histórica delicia, acomodándose en un mesón común junto al resto de los comensales. Y, desde luego, agradecer por estar precisamente aquí, en Nueva Orleans, la ciudad donde no solo nació el jazz, sino también uno de los más importantes (y sabrosos)...

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