Y todavía la Némirovsky - 12 de Abril de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 564902834
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Y todavía la Némirovsky

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Vincent

El escenario de la narración es Saint-Elme entre las dos guerras mundiales, una pequeña ciudad de provincia dividida por oscuros resquemores: pleitos, disputas por herencia, silencios innombrables, rivalidades sociales y económicas que allí todos aceptan como algo natural, como la contrapartida de un cerrado espíritu de familia -de tribu, de clan- del que todos se enorgullecen.

Némirovsky escribe desde el sufrimiento, y no nos lo ahorra a los lectores: no es complaciente con la naturaleza humana, y sabe escarbar en ella -sin morosidad, rápidamente- sus rincones más mezquinos. Su mayor sutileza -y también su mayor rigor- se muestra al trazar la psicología de las mujeres -su cálculo- y de los propietarios, dominados por el afán de riqueza y de ahorro. Sólo en una pareja, la protagónica, vuelca la autora un arroyuelo de ternura y de algo parecido al heroísmo.

Esta pareja, la de Pierre y Agnes, se une por un matrimonio de amor que frustra sendos enlaces de conveniencia armados por sus familias, y se gana las iras del patriarca industrial, un hombre ambicioso y tiránico. El argumento que sigue, casi una saga que abarca cuatro generaciones, es tan frondoso que, en manos de un buen novelista francés o ruso del siglo XIX, habría dado para un novelón de muchos centenares de páginas. Némirovsky, en cambio, ha comprimido los hechos al máximo con un gran poder de síntesis. Le han bastado unas pinceladas mínimas -pero suficientes- para dibujar un mosaico de costumbres y de caracteres plasmados con dolorosa precisión. Su intensidad narrativa es lacerante: su mirada se dirige a lo esencial de un episodio, de un sentimiento, de una conversación.

En realidad Los bienes de este mundo es una sucesión de veloces instantáneas, cuyos intervalos -a veces de años enteros- la autora omite, porque se sobrentienden con plena claridad, y más aun, son esos...

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