En tierra de hombres - 8 de Marzo de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 560098934

En tierra de hombres

Con distintas motivaciones, todas se atrevieron a incursionar en trabajos habitualmente dominados por hombres. Y aunque el desafío no ha estado exento de costos y sacrificios, hoy se declaran felices. No tanto por ser "la primera mujer en...", sino porque hacen lo que más les gusta.

-Una para esta pega tiene que tener su lado bruto, pero no es que sea bruta entera.

Manuela Reyes, la única pescadora de la caleta Los Bagres, en Tomé, Biobío, explica entre risas por qué hace lo que hace. "Partí bien chica, para ayudar a mis papás", recuerda. Tres décadas más tarde, confiesa que "no puedo vivir lejos del mar", aunque ello la obligue a embarcarse cada día a las seis de la mañana para retirar las jaibas que cayeron en sus trampas.

Bernardita Astudillo heredó la pasión aeronáutica de su padre, que solía llevarla a la FIDAE. Un día vio un comercial de la Escuela de Aviación en TV y postuló. "Desde que entré quise ser piloto de helicópteros", explica sobre ese verano de 2000, cuando fue parte de la primera generación de mujeres en la escuela matriz.

La familia también fue clave en la decisión de Zulema Varas, la primera mujer que opera la pala hidráulica más grande del mundo en la mina Ministro Hales de Codelco. Necesitaba un empleo para darles educación a sus hijas. Comenzó haciendo aseo en una mina de Calama, y pronto tomó cursos para operar vehículos pesados. Hoy maneja la PC8000, capaz de cargar hasta 60 toneladas de una vez.

La abogada Marcela Vergara comenzó en el Consejo de Defensa del Estado, pero luego emigró a la Armada. Se convirtió en oficial de los servicios (justicia) y, lejos de restringirla a una oficina, su carrera la llevó a Haití, como parte de la misión de paz. "Fue un antes y un después en mi vida", explica. "Haití es mágico, como Macondo. Cualquier cosa puede pasar", asegura la hoy capitán de corbeta.

Anita Aedo se acercó a la hípica a los 19 años, por su amor a los caballos. Más tarde, separada y con un hijo ("Nachito") de siete meses, tuvo que convertirse en jefa de familia. "Por eso seguí luchando y trabajando con más ganas", cuenta la ahora jocketa profesional del Club Hípico.

Aunque es hija de militar, Andrea Bonet soñaba con estudiar arquitectura. Una charla de la Escuela Militar en su colegio, en cuarto medio, la hizo cambiar de opinión. Ingresó en 2001 y siente que desde el primer día la formaron con los mismos estándares que a los hombres. "En un mundo que es un poco machista, a una le cuesta llegar al mismo nivel...

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