El tiempo de Julius Holt - 27 de Junio de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 575944622

El tiempo de Julius Holt

-¿Cómo va la NBA?

El papá

El verdadero sueño de George Holt padre, estadounidense, becado gracias a su talento en la West Texas University, era precisamente ese: llegar a la NBA. Si las cosas se complicaban, todavía quedaba la opción de terminar en un algún club europeo. En ninguna otra fantasía, ni la más delirante de su cabeza, comprendía que terminaría fichando por un equipo llamado Malta Morenita, de Osorno, Chile. Eso ocurrió en 1982. George tenía 24 años.

"Obviamente era algo muy raro", recuerda Carlton Johnson, ex compañero de universidad de George Holt y responsable de su recalada en el país. "Era chistoso ver carretas tiradas por caballos como taxis. Era como Estados Unidos en el 1920, todo atrasado como en 60 o 70 años". Juntos se convirtieron en leyendas del club, al mismo tiempo que comenzaban a tomarse con un humor las miradas en la calle. Johnson, de 2,02 metros de altura, y Holt, cuatro centímetros más bajo, paseaban por la ciudad encandilando mujeres y haciendo amigos. De vez en cuando algún insulto racista los invitaba a plantar uno que otro combo. "Si nos molestan, reaccionamos. Pero aunque se piense lo contrario, nos gustó ser el florero de la mesa. Lo disfrutábamos. Adonde íbamos había fiesta y cuando teníamos la oportunidad de aprovecharlo, lo aprovechamos al máximo", dice Johnson.

En una de sus andanzas, Johnson y Holt -que llevaba apenas dos meses en Chile- llegaron de visita a una pensión ubicada en calle Freire, en el centro de Osorno. Ahí se hospedaban varios basquetbolistas de la zona, y era también el hogar de Julia Martin, de entonces 17 años. "No digamos que fue un flechazo, pero iniciamos una relación súper bonita. Como yo era la regalona de mi papi, teníamos que pololear a escondidas", recuerda Julia.

De vez en cuando, George, un afroamericano poco dado a los detalles, llegaba con flores y perfumes para Julia. "Ese mismo año quedé embarazada. Yo tenía de 17 para 18 años". Dos años después, el 17 de marzo de 1985, nació su segundo hijo: Julius Alexander Holt Martin. Crespo como un cordero, vio desde la grada junto a su madre y hermano cómo la carrera de su padre se desplomaba: primero la derrota frente a Universidad Católica, en 1986, en la única final disputada por el prometedor Malta Morenita, luego su traspaso a Castro y finalmente su viaje a Petroquímica, en Comodoro Rivadavia, Argentina, donde trepó su adicción a las drogas. A fines de los 80, la familia regresó a Chile. George jugó un año en el Club Sirio de Osorno, pero un choque con un rival provocó que un lente de contacto se incrustara en uno de sus ojos. Debía operarse. Viajaron entonces a Staten Island, en Nueva York, la ciudad natal de George. Sin trabajo, según su mujer, Holt comenzó a ganarse la vida como vendedor de tarjetas de crédito para la comunidad latina, aprovechando su manejo con el idioma. Ya no era el mismo: Julia lo recuerda deprimido, todavía más propenso a su adicción. "Yo no sé qué consumía, pero era un polvo blanco. Él me pedía que saliera con los niños para hacerlo, así que no veía nada. Yo también era muy ingenua. Pero se volvió muy complicado".

En 1992, después de dos años en Estados Unidos, Julia Martin regresó a Osorno con sus dos hijos.

Julius no volvería a saber de su padre en mucho tiempo.

Julius en la cancha

La pregunta del niño Julius Holt quedaba suspendida al interior del gimnasio del Club Deportivo Español de Osorno, el club donde se formó: ¿por qué los demás vienen con sus papás? ¿Por qué no está mi papá? Su madre no sabía qué responder.

A donde fuera, en cualquier torneo infantil, entrenadores viejos al costado de la cancha y...

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