Tetiaroa por arriba y por abajo del mar - 3 de Mayo de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 568421606

Tetiaroa por arriba y por abajo del mar

A 42 kilómetros de Papeete, en la Polinesia Francesa, Tetiaroa llama la atención de los viajeros cada cierto tiempo. Hace ya casi medio siglo este "atolón", un círculo de islotes e islas alrededor de una laguna de aguas perfectamente turquesas (en rigor, estas islas son segmentos del cráter de un volcán submarino que se asoman sobre el agua), se convirtió en el exclusivo refugio privado del actor estadounidense Marlon Brando.

Y hace poco, al menos una de sus islas, la principal y prácticamente la única habitada, Onetahi, volvió a poner en la mira de los viajeros a Tetiaroa. Esta vez con el estreno de The Brando, un resort que se construyó aquí inspirado en uno de los sueños del actor (eso dicen aquí): un alojamiento ecológicamente viable, autosustentable y -esto no sabemos si lo pensó Brando- de súper lujo. El hotel es una colección de innovaciones ambientales -desde la forma en que genera energías y hasta cómo recicla sus aguas-, para dejar la mínima huella en un sitio donde, en realidad, cualquier huella puede ser muy notoria. Pero The Brando no es precisamente un sitio para exploradores y a la isla donde está prácticamente no hay manera de llegar a menos que uno sea pasajero o contrate un tour.

Como sea, el hotel es solo otro de los atractivos de Tetiaroa, atolón al que frecuentemente navegan catamaranes y yates en circuitos por el día (también hay opciones para pasar la noche), y que permiten ver, a medida que uno se acerca, la forma perfecta en que se separa el agua azul oscuro del Pacífico y el turquesa radiante de la laguna encerrada por las islas.

En este caso, la exploración usualmente implica una navegación oceánica más o menos suave y bastante cómoda en barcos bien equipados: la travesía puede durar hasta tres horas (hay barcos harto más rápidos), y la salida es desde Papeete, muy temprano, para llegar a primeras horas de la mañana a Tetiaroa.

Como a los islotes los rodea una barrera de coral donde revientan olas turbias, para el desembarco hay que esquivar estos filos en un bote auxiliar, un zódiac en este caso, porque no hay espacio para que pase el catamarán: cuando las olas cubren los corales, el piloto desliza ágilmente el bote, sin riesgo para la embarcación inflable ni los pasajeros. Sorteada esta barrera, nos aproximamos a la pedregosa costa sur de Rimatuu, una de las islas menores del atolón (la isla de Brando y del moderno hotel ecológico que lleva su nombre es Onetahi).

Ya desembarcados, caminamos por la costa de esta...

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