Terrorismo desenfrenado - 22 de Diciembre de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 549799438

Terrorismo desenfrenado

Ambos incidentes son de muy diversa naturaleza, y demuestran las dificultades que tienen los servicios de seguridad de cualquier país, incluido Australia, donde no se conocían actos terroristas, para prevenir e investigar estos crímenes. En el caso del asaltante de Sydney, es comprensible la indignación y estupor que causara conocer los antecedentes del individuo que tomó los rehenes. Un refugiado, supuesto clérigo iraní, sin conexión aparente con grupos radicales islámicos, que había sido condenado a trabajo social después de amenazar a soldados que pelearon en Afganistán, estaba en libertad condicional acusado de ser cómplice en el asesinato de su esposa, y tenía una denuncia de abusos sexuales. Aun así, este "lobo solitario", como lo ha tipificado la policía, sospechoso de ser enfermo mental, tenía permiso para portar armas.

El incidente, que terminó con la vida de dos rehenes en la confusión que siguió a la entrada de las fuerzas de seguridad, ha hecho reaccionar sobre los procedimientos que debieran seguir las autoridades en este tipo de acciones. Por otro lado, ha dado fuerza al debate sobre los permisos de armas en Australia, restringidos a partir de 1996 cuando el gobierno reaccionó a una matanza en la que perdieron la vida 35 personas, provocada por otro perturbado mental. Quienes defienden una liberalización de las ventas sostienen que si los ciudadanos cargaran armas, podrían defenderse por sí mismos ante asaltos como el del iraní. No obstante, es un dudoso argumento, puesto que la venta indiscriminada de armas podría provocar el efecto contrario.

Es razonable, y demuestra su prudencia, que el Premier australiano haya ordenado revisar los procedimientos frente a ataques terroristas, o de otra índole, para prevenir muertes de inocentes. Pero, más allá de eso, parece necesario y más urgente en este caso específico, y para evitar que se repitan otros similares, que se investigue y determine por qué una persona con el historial del asaltante iraní no estuviera bajo vigilancia.

El caso de Australia, como antes el de Canadá, demuestra que ninguna sociedad, hasta las más inclusivas, están libres de ser víctimas de un asaltante solitario o vinculado a algún grupo organizado que busque diseminar el terror.

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