La tentación del fracaso - 16 de Enero de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 552981434

La tentación del fracaso

Ahora, transcurrido casi un mes, sé mucho más del personaje Ribeyro y de su escritura, del individuo y de su prosa, de lo que él fue y de lo que nos dejó escrito, concluyendo que me gustan por igual y que ambos -el individuo y su escritura- son enteramente inseparables, mucho más de lo que suele ocurrir con el común de los narradores de quienes tenemos la suerte de conocer bien tanto lo que hicieron con su vida como con su pluma.

La cara de Ribeyro recuerda a la de Joaquín Sabina. Caras con noche, porque una cosa es tener noche y otra tener cara de noche. La noche de los que tienen noche no siempre se instala en sus caras. Y uno puede preguntarse, al menos en el caso de Ribeyro, que tuvo tanto noche como cara de noche, qué fue primero, si tener noche o ir por la vida con cara de noche. ¿Fue su cara la que lo llevó a la noche o esta la que le esculpió la cara? En cualquier caso, la correspondencia aquí es exacta, tanta que en el velorio de Ribeyro sus amigos metieron dentro del ataúd un Saint-Émilion cosecha 1954, un sacacorchos, dos cajetillas de Marlboro y un encendedor.

¿Quería el narrador peruano que sus diarios fueran publicados? Póstumamente, seguro. Están demasiado bien escritos como para pensar que los redactaba solo para sí. ¿Y es el diario un género literario? Aquí sí, porque son mucho...

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