El tenista imposible - 19 de Septiembre de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 582786990

El tenista imposible

Aunque fueron eliminados de la competencia tras el primer partido -el juego contra el colombiano Santiago Giraldo y el australiano Rameez Junaid fue apretado, perdieron 4-6, 6-4 y 6-4-, Peralta volvió a las páginas de los suplementos deportivos. Él dice: "Es chistoso, no sé cuántos años un chileno no jugaba un Grand Slam y yo de la nada juego y clasifico. Es una buena historia, de película".

En Nueva York, por enésima vez en su accidentada y sorprendente carrera deportiva, Julio Peralta está de regreso en el tenis.

Caribe centroamericano. Un pequeño país llamado Surinam. Calor, selva, animales exóticos, palmeras. Aquí parte la historia. Julio Peralta nació allí en 1981. Entonces, sus padres, Julio y Esperanza, ya llevaban nueve años en Surinam: Julio Peralta padre era dentista, pero además el cónsul chileno en esa localidad remota. El matrimonio tenía tres hijos. El menor y el único nacido fuera de Chile, Julio.

"Surinam es bien amazónico, está al lado de Brasil. Tienes la ciudad, pero se hace mucha vida al aire libre. Yo era pelusa, andaba en la calle todo el día, a pata pelada. Mi casa era grande, bonita, la selva estaba a 20 minutos. En cualquier momento te encontrabas con un animal raro. Era como vivir en un zoológico. Yo hablaba holandés, aunque mis papás me hablaban en español", recuerda Julio.

En el club deportivo de Surinam, donde su papá jugaba tenis amateur y donde se podía nadar, jugar básquetbol, vóleibol, fútbol, Julio tomó por primera vez una raqueta. Pasó por todos los deportes, pero se quedó con el tenis.

A los 11 años era puro tenis. Y era bueno. Tan bueno que algunos miembros de la Federación Internacional de Tenis (ITF) que lo vieron jugar a esa edad, les recomendaron a sus padres que lo pusieran a entrenar en serio, que le diera una formación profesional. Julio eligió Miami. Sus padres le pagaron un internado donde estuvo casi un año sin su familia.

"Todos los jugadores tenían mi misma edad, 12, 13 años, y vivíamos en una casa grande. Entrenábamos en las mañanas y en las tardes. Teníamos un convenio con un colegio para hacer exámenes libres, pero en realidad no pescábamos nada de eso. Allí estuve un año", dice. Luego, se enfermó. Lo agarró una gripe fuerte, bajó de peso, su madre lo fue a buscar para traerlo con ella hasta Chile: a esas alturas la familia regresaba desde Surinam a Santiago.

"Me gustó Chile. Fue empezar otra vida. Acá era el regalón de tías, abuelos, de la familia extendida. Entré a un colegio privado en La Reina, cerca de donde vivíamos. Lo que más me costó fue el español. En todo me iba bien, menos en castellano". En paralelo, entró a jugar tenis en la Universidad Católica. Se desarrolló tarde: a los 17 años era muy alto...

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