Poemas del taller de poesia de la Facultad de Filosofia de la Universidad de Chile: Daniel Tapia. - Núm. 28, Septiembre 2003 - Cyber Humanitatis - Libros y Revistas - VLEX 56593271

Poemas del taller de poesia de la Facultad de Filosofia de la Universidad de Chile: Daniel Tapia.

AutorTapia, Daniel
CargoVida

CONJURO Tú eres el regalo que han forjado para mí las pequeñas voces. Tú eres la fábula que ha creado el pensamiento mordido, la cadena que embriaga el rumbo del destino cuando permanezco en soledad. Hija de las aguas cortadas por el filo de la luz ¿qué haces sumergida en esta piedra tan profunda? Compañera del robusto sol primaveral ¿qué pretendes encontrar en el abismo de tus ojos? ¿qué quieres desenterrar en los incoloros sueños de los hombres? Hay una certidumbre que sólo vive en el barco en el que viajas. La tarea del que carga un ataúd en sus espaldas es hacerlo caminar hacia la penumbra, no encaminarlo hasta la llama de sus días. En la proyección de la tormenta habita el que huye de su ángel, el que huye de sí mismo acompañado de sus Furias, cogido de sus manos, atrapado entre sus mantos. Yo soy el pequeño regalo que han forjado para ti otras Voces. En mis manos he creado un refugio momentáneo, capaz de soportar las caricias de la tempestad. Si quieres, aquí está el obsequio, aquí está el refugio. Si quieres, ahí está la tempestad, frente a tus ojos, siempre ha estado soplando en tus pestañas. No huyas, frente a ti hay una antorcha a la que debes acogerte. Tu regalo y las Voces están en tu baúl y la tempestad aprende a temerte y a alejarse poco a poco. Para Solía Gonzáles. LAS SEÑAS DEL OTOÑO Otra historia se hila en este lugar. Otro traje se puso el otoño para darnos el veneno. Cuando la estación es ocre y los signos en la piedra atraen a los pájaros y les sugieren que coman gravilla, se oye un himno de hombres que gime preguntando "¿qué se hace? ¿a quién se acude?" El sol suele responder que nada, que a nadie y te quema suave para que conozcas tu soledad. HIMENEO Recuerdo con especial ardor el sonido de tu cuerpo y el rocío de tus manos sobre mi espalda. Izamos nuestras banderas, flameaban a la par. Tu cuerpo bajo el mío, una ciénaga. Contemplamos el producto del placer. La tarde nos ofreció un raro enlace: el sol se heló al entregar sus...

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