'La soga', desafíos de personajes y del director - 12 de Junio de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 642238865

'La soga', desafíos de personajes y del director

La obra se anuncia como el proyecto central de este año en el Teatro de la Universidad Católica. La elección de un gran director como es Luis Ureta, un destacado conjunto de actores, una elaborada escenografía y una temporada extendida a dos meses confirman su relevancia. Su proposición central, a pesar de los casi noventa años desde su estreno en Londres, tiene plena actualidad: algunas personas creen estar por sobre las leyes y la moral; piensan que su clase, su mayor preparación, su inteligencia les permiten contravenir las leyes y tener impunidad. Con un agregado peligroso, la justicia no está en los tribunales, no hay por qué respetarlos. Es lo que dicen los protagonistas, pero no es la proposición de la obra.

"La Soga" fue escrita por Patrick Hamilton el año 1929 y Alfred Hitchcock la llevó al cine en 1948. En ambos casos las fechas son algo posteriores al fin de las desastrosas Primera y Segunda Guerra Mundial, era extendido el pensamiento de que los pueblos habían sido llevados a ellas por errores y arrogancia de sus dirigentes. El origen se atribuía, entre otras causas, al pensamiento de Nietzsche que había subyugado a las clases dirigentes: los hombres de inteligencia superior, "superhombres", no tienen por qué someterse a la esclavitud mental que proponen las religiones y las culturas, sólo los débiles se someten. Es el argumento que da Alex a Bruno, su profesor de filosofía y el único, según él, capaz de entender la belleza de exponerse al riesgo: cometer un crimen, colocar el cuerpo en un baúl, ponerlo en el centro del salón e invitar al padre y a la novia de la víctima, además al inteligente profesor que podría advertir el juego, y probar así su dominio de la situación y su inteligencia superior.

La estructura de una obra policial exige que se vayan dando datos en forma algo oculta e inteligente para ver si los espectadores son capaces de advertir los indicios y relacionarlos. Su dramatismo dependerá de la forma en que se desarrolle el suspenso. Como un mecanismo en que todas sus partes deben calzar en forma perfecta, las experimentaciones tienen poco espacio.

En esta puesta en escena encontramos dos desafíos paralelos, el de la pretensión de Alex y Sebastián de cometer un crimen perfecto que les permite quedar impunes, y el de Luis Ureta al dirigir una obra policial y mantener su nivel de creatividad. Alex y Sebastián no consiguen su objetivo, y diría que Ureta lo consigue sólo en parte.

El protagonista, Jorge Arecheta en su...

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