¿Sociedad de nieve o de moscas? - 28 de Enero de 2024 - El Mercurio - Noticias - VLEX 977192538

¿Sociedad de nieve o de moscas?

Parto en modo autoayuda: me van a tener que perdonar. La vida es dura. La personal y la colectiva. Las heridas son la norma y nuestra habilidad es saber cicatrizarlas. Las tragedias ocurren también en las sociedades: esa fina pátina llamada humanidad se puede descascarar y sacarnos lo peor de cada uno. El verano y el tiempo libre ayudan a que podamos pensar, sin la premura del día a día, en qué estamos metidos y hacia dónde vamos, tanto en nuestro proyecto personal como social.La Sociedad de la Nieve es una película que recrea la sobrevivencia de los uruguayos que se estrellaron en 1972 en la cordillera de los Andes. La historia es conocida. El avión capota en el valle de los Milagros de nuestro país, y ese puñado de rugbistas universitarios logran permanecer más de dos meses, cobijados en los rastrojos del fuselaje. El entorno es imposible por el frío y las avalanchas. El final es emocionante porque logran, sin ninguna ayuda externa, zafarse -al menos un tercio de ellos- de un destino seguro: la muerte.La película, filmada como si fuese un documental, recrea los diálogos de los sobrevivientes y sus múltiples peripecias. Un hilo central es la decisión de hacerse de comida. Ellos la tienen clara y hablan de la regla de tres: tres minutos sin respiración, tres días sin agua y tres semanas sin comida. Ante cualquiera de esos escenarios, el resultado es el mismo y, por cierto, predecible.Cuando empiezan a pasar los días, y se dan cuenta de que los aviones que oyen no los van a ver en nuestro oleaje montañoso, empiezan a flaquear. Orinan negro. La solución está a la mano: son los cuerpos congelados e inertes apilados bajo la nieve. Los líderes, el capitán del equipo y un estudiante de leyes, se niegan: no se van a comer a sus amigos. Pero la realidad es cruda y evidente: no hay de qué alimentarse, ahí no crece nada. El estudiante de leyes dice que se requeriría un consentimiento previo, como si fuese una donación de órganos. Otros comentan que aquí lo que está en juego es la vida misma -la de ellos- y eso es un derecho fundamental y sagrado. Al final, y luego que dos de ellos se ofrecen para cortar la carne, cocinarla al sol y repartirla de forma anonimizada, el asunto queda a la conciencia de cada cual, mientras que los líderes aceptan sin decirlo.El diálogo es sutil y humano. Se respira, en ese refugio maltrecho de fierros retorcidos, cariño y cooperación. No hay discursos vacíos ni ansias de poder. Hay tristeza, desesperación y honestidad...

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