'La sociedad chilena se está viendo peor de lo que está'
L a voz perfecta, modulada, trabajada, la misma voz con que interpretó alguna vez a tres presidentes de Chile y -recién- a Augusto Pinochet para una película hecha en pandemia, se eleva por sobre las madreselvas del jardín:-!No tengo 90, tengo 87, son tres años menos¡ Y tú no sabes lo grande que es esa diferencia: cuando yo tenía 70 años todos decían: 'Ya, entre 80 y 85 da lo mismo'. !Y no piensa¡ Pero me di cuenta que a partir de los 80 comencé a tener una diferencia en mi capacidad de trabajo y en mi concentración. Aunque las ganas se mantienen, ganas de seguir trabajando, actuando, ganas de seguir jugando a las visitas.-¿Jugar a las visitas...?-!Actuar pues¡ ¿Tú no jugaste a las visitas nunca? Esto es lo mismo, eso es actuar: 'Como está, señora, cómo le ha ido, adelante. Y a usted, caballero, qué gusto verlo'. Esto es lo mismo. Tú dices: 'Cómo está, señor embajador'. !Pero ese no es un embajador: es un actor que hace de embajador y que llega con el pelo así y el chaqué asá¡ Es jugar. Hacer como que es verdad algo que no es. ¿Cómo podrían pasarse las ganas de algo así?Los ojos pardos de Jaime Vadell -de ironía fina, con algo de burlón e inteligencia reflexiva- ríen solos cuando habla de cómo la edad no le ha restado ni un gramo de punch para sacar lustre a su vigencia. Le sale natural: Vadell nació para ser actor. En él la actuación es más que una vocación, más que un deseo, más que una tarea: es parte de su sangre desde que, veinteañero, se levantaba a las tres de la mañana rumbo a La Vega a comprar verduras y pescados que luego manos de chef convertían en manjares. En los años 50, La Bahía era uno de los más reputados restaurantes del país y el único que albergaba, a vista del público, un vivero de langostas y ranas. Sus lujosos salones acogían a presidentes, políticos, a escritores como Edwards Bello y Neruda y a actores de Hollywood como Clark Gable y Tyrone Power. Y porque el dueño de La Bahía, el mallorquí Arcadio Vadell, era nada menos que el padre del actor, a Jaime le tocó ser parte de su staff .-Era un tremendo restaurante y mi padre lo tuvo desde el 40 hasta 1964. Era un hombre exitoso, pero muy severo. Trabajé en La Bahía unos dos años, pero no me gustaba levantarme a las horas nonas para ir a La Vega. Eso me cargó. Y después me metí en la Escuela de Teatro, pero primero estudié dos años Castellano y tampoco quise ser profesor.-En esa época, Santiago era el centro...-Sí, claro. La Bahía la había fundado por los años 20 un señor Tort, catalán. En plena gloria la compró mi padre, que era mallorquí de Manacor, que hoy es famosa por Nadal. Yo encontraba muy divertido trabajar ahí, llegaba con la...
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