¿Socialismo en las alturas? - 21 de Septiembre de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 530471550

¿Socialismo en las alturas?

Si esto es verdad, el hecho de limitar la construcción en altura en barrios típicos terminará siendo contraproducente. Por fortuna, este temor es infundado, fruto de un modo de pensar que aplica a la ciudad categorías que son, en el mejor de los casos, válidas en otras esferas de la vida social.

La ciudad era, es y seguirá siendo un problema político central. En ella vivimos y en ella se dan problemas políticos tan fundamentales como la contaminación ambiental o la inseguridad de las calles. Todos estamos de acuerdo en que una república no puede dejar que los jueces, parlamentarios, presidentes o banqueros hagan lo que se les ocurra. Y sin embargo no nos alarma que las ciudades crezcan de cualquier manera, ni nos afecta el ver una casa mediterránea al lado de otra que parece sacada de "Lo que el viento se llevó", junto con una mansión de estilo francés, o calles con palmeras (reales o de compañías telefónicas) junto con encinas, espinos y centenares de inmensas paletas publicitarias, en una mezcolanza que parece sacada de nuestro Mercado Persa.

Los problemas de la ciudad no se resuelven con solo criterios privados, porque ella es una obra común. Un piso más o un piso menos de altura no afectan simplemente al habitante de un edificio, sino a millones de personas. ¿A quién se le ocurrió que los lustrines que hace algunas décadas se construyeron en torno a Escuela Militar son un problema meramente privado?

Es más, los edificios en un barrio típico afectan incluso a las generaciones futuras. Por eso, también ellas tienen algo que decir, a través de las autoridades que, de algún modo, las representan. Tampoco hace falta llamarse Warnken para advertir que la ciudad es una obra de siglos y que, por eso, no es cuestión de arrasar lo que ha costado tanto tiempo construir.

La preocupación por la ciudad incluye no solo el tamaño y la apariencia de los edificios y las casas. Una ciudad se compone también de espacios libres, que son tan importantes como los silencios en la música. De ahí la importancia de las plazas y los parques, que no deberían ser un privilegio de las zonas acomodadas.

Como un parque no se improvisa ni está al alcance de cualquiera, es necesario...

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