'Siempre sentí que debía evitar la intoxicación del odio' - 9 de Septiembre de 2023 - El Mercurio - Noticias - VLEX 942672505

'Siempre sentí que debía evitar la intoxicación del odio'

"El sol me da de lleno en el rostromientras paseo cerca delos faldeos de la cordillera.Parecen dilatarse mis sentidos.Hay un aroma de malvas en la calle.Suena la campana de una escuela,voces de niños.Desde el verdor intenso de su jardínUna linda muchacha me sonríe.Entonces,despierto entumecido,con los pies amarrados al camastro,teniendo que mirar sin querer mirarla sucia cara de la realidad.Un nuevo amanecer en la celdade Villa Grimaldi.Es invierno. Estoy solo.Un temblor profundo me llegahasta los huesos.El mundo se ha vuelto al revés.La vida estaba al otro lado.Despertar es la pesadilla.( Mar de fondo , 1986)Sergio Muñoz Riveros cierra el libro de poemas que buscó hace unos minutos, cuando se estaba acordando de que al frente de Villa Grimaldi había un colegio. Leyó unos versos, la poesía se llama "Al otro lado". "Escribí tres poemarios, pero renuncié, o la poesía me abandonó a mi", dice con una sonrisa. Aunque trate de disimular un poco, está conmovido.Le cuesta desempolvar los recuerdos. "No me hace bien tampoco acordarme de esto", agrega. "Las discusiones, los debates, me hacen recordar más de lo que quisiera".Pero los recuerdos vuelven. Horas antes de la entrevista, el caso de Víctor Jara implicó una orden de detención, un suicidio y unas polémicas declaraciones del Presidente Boric. Hace casi 50 años, la noche del 10 de septiembre de 1973, "cuando el sentimiento de derrota predominaba entre la gente de izquierda", dice hoy Muñoz Riveros, él caminaba por la calle con Víctor Jara. "Recuerdo que abandonamos juntos el local de las Juventudes Comunistas. Tengo grabada su cara de angustia. Me preguntó muy ansioso qué creía yo que iba a suceder. No supe qué decirle. Solo pude balbucear que teníamos que cuidarnos. Los rumores eran que el golpe sería al día siguiente. Faltaban pocas horas para el desastre, y pocas también para la muerte del propio Víctor, a quien recuerdo con emoción".Sergio Muñoz Riveros hoy columnista, escritor, una de las voces más respetadas en la crítica al estallido de 2019, y autor de libros como La democracia necesita defensores y La democracia bajo asedio - era miembro de la comisión ejecutiva de las Juventudes Comunistas en 1973 y se dedicaba por entero a la actividad política. "Era un 'revolucionario profesional', como se decía".La mañana del 11 estaba en su casa de Estación Central, la misma donde vive hoy, un apacible barrio de casas bajas ahora interrumpido por edificios que desentonan. Tenía 29 años, ya estaba casado con María Victoria Carvajal, hija de la senadora comunista Julieta Campusano, y tenía un hijo de 6 años.Cuando a las 8:00 de la mañana ya las radios informaban del levantamiento de la Armada, partió a la sede partidaria en la segunda cuadra de calle República. "Participé en una reunión en la que tratamos de compartir información y darnos ánimo. Alguien contó que había escuchado a Allende en la radio en tono de despedida. La instrucción recibida fue el repliegue y tratar de asegurar el funcionamiento de la organización en condiciones de ilegalidad. Me refugié en la casa de una amiga de infancia, a pocos metros de Blanco Encalada. Desde allí, pude ver las columnas de humo que surgían de La Moneda en llamas", recuerda.La vida de Muñoz Riveros dio entonces muchas vueltas, y tomó un camino que incluyó su renuncia al Partido Comunista en 1986. Para algunos, una evolución difícil de entender por todo lo que viviría después del golpe, que lo vincula para siempre con las víctimas de las violaciones a los derechos humanos en Chile durante el régimen militar. Para él, con todas las víctimas de las violaciones a los DD.HH. del mundo, lo que explica de cierto modo su cambio:"En materia de suplicios y vejaciones, no hay diferencias filosóficas. Sentí entonces que los presos de Grimaldi y demás centros de detención y tortura que instaló Pinochet estábamos hermanados con los prisioneros de conciencia de todo el mundo, por encima de cualquier diferencia. Los torturadores también estaban emparentados. Cuando se tortura a un...

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