Sexualidad y política - 2 de Octubre de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 650056941

Sexualidad y política

A primera vista, el libro transgrede esos límites y se inmiscuye, sin derecho alguno, en una esfera que debiera estar protegida: el derecho de las familias y los padres a formar a sus hijos. Uno de los aspectos claves de la subjetividad humana lo constituye la sexualidad, cómo se la concibe y cómo se la vive, qué formas de comportamiento han de tenerse por normales y cuáles no, qué tipo de sexualidad es parte de una vida plenamente vivida y cuál, de una vida malgastada. El libro editado por la Municipalidad de Santiago invadiría esa esfera protegida al hacer equivalentes, sin emitir juicio de valor alguno, todas las formas de sexualidad. Reducida a una actividad corporal, exploratoria o gimnástica, el libro contribuiría a que los jóvenes vieran todas las formas de sexualidad como equivalentes, ninguna mejor que otra. De esta manera, el libro invadiría el derecho de los padres a enseñar a sus hijos en qué consiste una vida bien vivida.

Eso fue lo que -con la sencillez lingüística que les caracteriza- quisieron decir Ossandón y Kast cuando criticaron la iniciativa de Carolina Tohá.

Basta, sin embargo, detenerse un momento para advertir que esas quejas están equivocadas.

Desde luego, y como es obvio, sería harto más invasivo del derecho de las familias a formar a sus hijos si el libro de la Municipalidad de Santiago hubiera optado por establecer que hay un solo tipo o forma de sexualidad moralmente correcta a la que los jóvenes debieran plegarse. Si el libro hubiera enseñado a los jóvenes que su modelo debe ser José y el de las niñas, María; que la castidad es virtuosa (y el matrimonio un simple remedio a la concupiscencia); que la heterosexualidad es la única acorde con la naturaleza humana (y las otras formas de sexualidad, manifestaciones inferiores o degradadas), ahí sí que la municipalidad se habría estado inmiscuyendo en lo que no le corresponde, suplantando a los padres en el tipo de vida que quieren enseñar a sus hijos.

Pero cuando la municipalidad recoge las dudas que los adolescentes plantean y las responde con ánimo descriptivo, sin pronunciarse respecto de cuál de esas conductas debe ser seguida y cuál evitada, en vez de estarse inmiscuyendo en la vida familiar, está dando la oportunidad a que sean los padres quienes se ocupen de la esfera de la afectividad y la vida bien vivida. Es decir, el texto auspiciado por la municipalidad, en vez de invadir la vida familiar y suplantar a los padres, estimula su tarea por la vía de entregar...

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