Sembrando la desconfianza - 26 de Abril de 2017 - El Mercurio - Noticias - VLEX 677844685

Sembrando la desconfianza

Bien hizo la secretaria general de la Presidencia, Paula Narváez, en tomar distancia de las sorprendentes declaraciones del senador Alejandro Guillier, en su proclamación como precandidato presidencial del Partido Socialista (PS). Su discurso había sido precedido de una solemne carta de la Presidenta Bachelet, en la que junto con agradecer el apoyo del PS -su partido-, lo conminaba a "profundizar las transformaciones" iniciadas. A su turno, el ahora precandidato socialista borró de una plumada el mensaje moderado que había transmitido en entrevistas previas y las emprendió contra "las fuerzas voraces de las transnacionales que dilapidan nuestros recursos y explotan a nuestra gente". Si ya el discurso del actual gobierno tenía recurrentes ecos sesenteros, el del flamante candidato ahondó esa inclinación, haciendo uso de la manida verborrea del populista latinoamericano, sea chavista o peronista, de culpar de todos los males a los empresarios extranjeros.

Podría pensarse que el hecho carece de significación, que es solo una frase de un discurso de campaña. Pero si algo hemos aprendido en Chile -y no sin mucho dolor-, es que en política las palabras construyen realidades. La violencia que se apoderó del país en los setenta no habría ocurrido si un influyente sector de la izquierda no hubiera hecho de la prédica del odio, la demonización del capitalista -y en especial del extranjero-, su principal arma política. A una escala desde luego menor, también hemos podido constatar durante este gobierno el poder del lenguaje político para sembrar la desconfianza: más allá de las características específicas de las reformas promovidas, mucho del daño ocasionado por ellas parece haber sido fomentado por el clima de confrontación que las ha acompañado, caracterizado por una sistemática campaña de desprestigio de los empresarios, la satanización de la legítima ganancia y con frases como aquella de que los mayores impuestos solo recaerían sobre los "poderosos de siempre" o que la reforma "bajaría de sus patines" a los estudiantes cuyas familias aportan para su mejor educación. Cabría esperar que tras esas experiencias, los líderes de la izquierda hubieran extraído la lección pertinente. Pero las palabras de Guillier activan una alarma sobre el riesgo de que el populismo, lejos de replegarse, regrese ahora con renovado ímpetu.

Hacer del...

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