Las semanas 'gastronómicas' de FRUTILLAR - 3 de Febrero de 2017 - El Mercurio - Noticias - VLEX 664076705

Las semanas 'gastronómicas' de FRUTILLAR

Quienes componen el segundo grupo se entregan, entre corchea y semifusa, a gazuzas reposteriles. Ante ese paisaje impresionante, presidido por el volcán Osorno que, en esta época, es asaz visible, uno se pregunta por qué, además de la dulcería, no hay aquí apetencias literarias. Quizá lo explica el arte de combinar placeres: el oído y el ojo se armonizan muy bien, y lo mismo la lengua y el oído. Pero no se puede disfrutar al mismo tiempo de la lectura y la comida, o de la música y la lectura. Y así estamos en Frutillar: fuera de unos cuantos libros infantiles y otros con fotos del Teatro del Lago, no hay casi nada que explorar en este departamento, con gran pérdida. Porque no está uno todo el día ni comiendo ni mirando ni oyendo. Sin duda las cataratas del grupo etario que asiste mayoritariamente a los conciertos contribuyen también a explicar la falta de demanda literaria. Pero !cuánta falta hace una buena tienda de libros -no la típica "librería" chilena, que vende elásticos, sacapuntas y "La Gotita"-¡ Bueno, no criticaremos más: hay grandes ciudades del mundo, como Viena, donde la repostería y las orquestas se avienen maravillosamente. !Torta Sacher y ópera¡ Llegada cierta edad, no se le puede pedir mucho más a la vida.

Pues bien. Hemos hecho por el lugar un recorrido en beneficio, sobre todo, del grupo dos. Los del primero seguramente se inclinan cotidianamente por completos y pizzas, que se expenden en muchos lugares (una alternativa a estos manjares es un restorancito en la Av. Philippi que ofrece "vacuno con salsa"). Casi demasiados para el buen desarrollo de la culinaria regional. Pero, en esta cuestión, nadie puede prohibir y el arte cibaria será aquí como está destinado a ser.

Tés, cafés y kuchenes

Si Madame anda buscando delicadezas organolépticas, en cuanto desembarque en Frutillar debe dirigirse sin perder un instante a la Casa de Té Lavanda, a la que se accede tras un breve recorrido por camino ripiado (camino a Quebrada Honda) que sale a la derecha de la costanera Av. Philippi, justo donde está el Hotel Elun, bien visible. Este lugar representa el triunfo de la civilización y el refinamiento, al menos en la "mise en scène": una sala de té de colores claros, con muebles blancos reciclados, con bonita vajilla y unas vistas inolvidables del lago enmarcado por plantaciones de lavanda. Aun si no hubiera allí nada de beber o comer, sería un placer sentarse a mirar. Pero hay de beber: muy buenos tés (más de treinta variedades, muchas delicadamente aromatizadas), bien preparados en teteras para dos o más personas. Y jugos y helados. Y de comer: aunque no sirven verdaderos scones, los pancitos que fungen de tales son deliciosos, y hay unas delicadas tartaletitas de frutas. No son buenos los buenos tapaditos, que deben ser sutiles de pan y generosos de relleno: aquí el saborizante empleado no entona ni un tercio del tapadito. Pero la vista es tan linda que todo se les perdona. Siempre que no se vuelvan consentidos y...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR