Sargent, el pintor de sociedad que le abrió la puerta al modernismo
The Times
Cuando uno piensa en John Singer Sargent, lo más probable es que lo haga en términos de la presunción de los retratos de sociedad, en aquellas confecciones supremamente seguras de sí mismas que presentaban a los ricos, los renombrados y aristocráticos del modo en que ellos habrían querido aparecer. A Lady Agnew recostada sobre suntuosas sedas color lila o a la familia Marlborough en su hogar ancestral.
Estas fueron el tipo de comisiones distinguidas que, fusionando las técnicas de los Viejos Maestros como Velázquez y Tiziano con el garbo modernista e impresionista de Manet, hicieron de Sargent el retratista más codiciado de la era eduardiana. "El Van Dyck de nuestros tiempos", en las palabras de Rodin.
Y, sin embargo, estos son también los lienzos que más hicieron para precipitar la posterior caída de Sargent. Al acelerado mundo moderno le empezaron a parecer anacrónicos; engominados, formulistas y, para colmo, aduladores. Pissarro desestimó a su creador refiriéndose a él como un "hábil ejecutante". Y el " establishment " de la crítica ha tenido con demasiada frecuencia la tendencia a seguir su ejemplo.
Pero ocurrió que en 1998 el Tate en Londres presentó la que tal vez sea la retrospectiva más importante de las obras de Sargent en las nueve décadas desde su muerte. Los curadores, poniendo su énfasis en lo atrevido y experimental, hicieron un intento por recuperar la reputación del pintor. Y es este curso decididamente revisionista el que continúa ahora la National Portrait Gallery de Londres.
"Sargent: Retratos de artistas y amigos" se centra en los retratos que Sargent pintó de sus amistades más cercanas y de sus conocidos, a menudo los artistas contemporáneos en cuyos círculos se movía. Nos introduce a la galaxia de rutilantes figuras (Auguste Rodin, Gabriel Fauré y Claude Monet, entre otros), a quienes conoció en el transcurso de una carrera que llevó a un joven norteamericano cosmopolita, nacido y criado en Florencia, a Paris, Boston, Nueva York y Londres.Y es esta sucesión de lugares la que proporciona la estructura básica de esta muestra cronológica.
Ciertamente, el Sargent que emerge de esta exposición no es un miope reaccionario, sino un conocedor entusiasta y comprometido, con los ojos bien abiertos a las posibilidades de una era moderna que se inicia y dispuesto a dejarse influir por ella.
La mayor parte de los cuadros de esta exposición no fueron hechos por encargo. Muchos fueron creados como obsequios para los...
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