Sapos en extinción
-Vai a cinco de la 17 y a tres de la 21.
Premunido de jockey, lentes de sol, una planilla hecha a mano y un lápiz, Manuel Ruiz (51) se planta en la intersección de Libertad y Esmeralda de Talagante. Ejerce desde hace 13 años un oficio que partió en las calles del Santiago ochentero, se expandió con las micros amarillas en los 90 y sufrió un duro golpe con el arribo del Transantiago, en 2007.
Ruiz es un sapo, aunque él prefiere definirse como controlador de frecuencia y una "parte muy importante para que funcione bien el sistema". Uno que tras su extinción en las comunas del Santiago urbano sobrevivió en comunas rurales de la Región Metropolitana y en las regiones, donde los choferes aún ganan por boleto cortado.
-A cuatro del tuyo y del pirata.
Ruiz le comenta rápido al chofer del servicio Lonquén-Caperana la distancia que tiene de un servicio que también pertenece a su empresa, así como de otro que funciona en la ilegalidad. Al igual que los cerca de 13 sapos que hay en la provincia, las propinas oscilan entre los $100 y los $500, dependiendo del chofer. En promedio, Manuel Ruiz gana cerca de $30 mil diarios en una jornada de 8 horas, de lunes a viernes. El sábado solo hasta el mediodía, porque "la pichanga es sagrada", acota.
Con los años, los sapos también fueron desapareciendo de los sistemas de transporte público en regiones, ya sea por una masificación de los taxis colectivos o porque se implementaron tecnologías que suplieron su servicio. En Valdivia, la Asociación de Dueños de Taxibuses explica que hace 10 años los sapos fueron reemplazados por flotas de buses con GPS y comunicación de choferes por medio de WhatsApp.
Concepción y Valparaíso también dejarán de necesitarlos, ya que trabajan en planes para el transporte público que considerarían el pago con medios electrónicos y la gestión de flota a través de GPS.
Claudio Cárdenas (59) hace siete años pasó de ser vendedor ambulante del transporte público a sapo. Dice que se lo pidieron los propios conductores.
-La mayoría me conocía y yo ya sabía más o menos a cuánto venía o había pasado una micro.
Actualmente atiende a 135 choferes al día a través de su teléfono. Porque además de trabajar con un lápiz y su planilla, gritando el dato cuando pasa algún recorrido, llama a cada uno de los conductores de los recorridos que controla. No le preocupa la amenaza que supone el avance tecnológico. Cree que si se implementan nuevos sistemas en las comunas rurales, las empresas deberían...
Para continuar leyendo
Solicita tu prueba