Santa Teresa de Los Andes, un faro en la coyuntura de la crisis sanitaria
El centenario de la muerte de Santa Teresa de Los Andes, que se conmemora hoy, justo en Pascua de Resurrección, alcanza a las carmelitas en plena emergencia sanitaria. La cuarentena obligatoria no es algo que altere demasiado sus vidas, porque han escogido el claustro, pero hay algunas cosas que sí han cambiado para ellas.Se han visto restringidos aspectos cotidianos como abrir el templo para las liturgias o para los retiros de Semana Santa, y también ciertas labores importantes, como sucede en el Monasterio de Carmelitas Descalzas de San José (Pedro de Valdivia), donde la madre Lucía, priora, comenta que "hemos tenido que cerrar el taller de hostias, no tenemos misa, nadie sale de aquí. Seguimos la Eucaristía online , con el Santo Padre o con el arzobispo. Nuestros horarios internos continúan como siempre, lo mismo que los trabajos. Tenemos los remedios que necesitamos y esas cosas, y con las verduras nos pusimos a cotizar y encontramos una empresa de delivery que vamos a probar porque tiene precios convenientes".Desde el claustro del Monasterio de Jesús, María y José, de San Bernardo, la hermana María Consuelo del Inmaculado Corazón es la voz de sus hermanas y de la priora, madre Mabel Teresa de la Cruz. Ella cuenta que luego de los problemas sociales que se vivían en Chile desde octubre, "durante el verano estuvimos preocupadas de abastecernos. Y como marzo se presagiaba problemático, nos habían traído muchas cosas. Una de nosotras salió a comprar verduras y cuando volvió le pusimos lysoform por todas partes. Harina tenemos, todavía hay algo de verduras en la huerta y tenemos congeladas. No va a encontrar una carmelita con hambre. La norma es comer bien, vivir con alegría, descansar y rezar mucho"."Una idealista que ejecutaba, con muerte para ella"Las carmelitas, desde su forma de vida, están inmersas en la crisis, y participan fuertemente del contexto. "No vivimos ajenas al mundo, sino al revés", dice la madre Lucía. "Estamos pendientes espiritualmente y también físicamente, conectadas con el dolor y el sufrimiento, con las necesidades del Gobierno, que está viviendo momentos difíciles, y especialmente con las necesidades de los pobres"."Creo que necesitábamos parar", reflexiona la madre Lucía: "Todo lo que ha sucedido, desde el 18 de octubre hasta ahora con esta epidemia, nos demuestra que nada está en nuestras manos. Nos creemos dioses y no lo somos. Es hora de decir 'no sé', como hacía Teresita, para que dejemos de ser nosotros y...
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