Sacerdotes en la UCI - 25 de Julio de 2020 - El Mercurio - Noticias - VLEX 846685304

Sacerdotes en la UCI

Llovía sobre Santiago mientras el sacerdote Samuel Arancibia, de 45 años, esperaba en la puerta de un hogar de adultos mayores en Ñuñoa. Acababa de recibir una solicitud para darle la unción de los enfermos a una mujer de 94 años con covid-19. Sabía, como siempre, poco: un nombre, la edad. No tenía mucha esperanza de poder entrar. Dos días antes había estado allí y una enfermera le había impedido el paso, porque había muchos contagiados. Por eso, se sorprendió cuando ese mediodía de junio la subdirectora le abrió la puerta, lo saludó amablemente y, después de esperar que se colocara los elementos de protección, lo guio hasta el cuarto de la anciana.Una gota de óleo brillaba en el dedo pulgar del sacerdote. Mientras invocaba al Espíritu Santo, dibujó una cruz en la frente y en las dos manos de la mujer. Ella estaba acostada en la cama, convaleciente, desorientada. A su lado, la subdirectora registraba la escena con un celular: del otro lado de la pantalla, la hija presenciaba todo. Después de rezar un padrenuestro y dejarle un escapulario de la Virgen, el sacerdote volvió a su auto, que había abandonado hacía un cuarto de hora, y llamó a la hija de la anciana. Quería saber qué había hecho para que lo dejaran pasar.-El personal de salud le avisó que su mamá estaba muy grave y que le podían dar una visita más -cuenta Arancibia-. Ella preguntó si podía ir un sacerdote y como le dijeron que no, pidió cambiar su visita por la mía. Renunció a ver a su mamá para que fuera yo.Desde fines de marzo, junto a un grupo de sacerdotes, venía recorriendo clínicas, hospitales y hogares visitando enfermos de covid-19. La iniciativa comenzó en los inicios de la pandemia, a través del Fono Escucha "Estamos contigo", en donde la Iglesia Católica ofrece contención y canaliza los pedidos de familiares para el sacramento final. Estos llamados derivan en Andrés Moro, vicario para la Educación del Arzobispado de Santiago, quien coordina el grupo de 31 sacerdotes. Todos ellos -de entre 30 y 55 años y sin enfermedades de base- se ofrecieron voluntariamente para palear, al menos un poco, la soledad de los enfermos. El vicario, que no puede visitar hospitales, ya que es diabético, armó un grupo de WhatsApp para reunirlos a todos. Allí escribe para derivar los pedidos, dependiendo del sector de la ciudad.-Hubo que recurrir a los sacerdotes más jóvenes para que pudieran estar en primera línea -dice Moro, al teléfono-. Esto no se trata solo de una petición de la Iglesia...

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