Los sabores imposibles - 11 de Agosto de 2013 - El Mercurio - Noticias - VLEX 453087874

Los sabores imposibles

Más allá de la vida de shopping que inunda la capital -donde reina la compra de copias de marcas-, las playas atestadas de turistas de pieles poco acostumbradas al sol o la adoración de los tailandeses por su rey Bhumibol Adulyadej -adoración que incluye señales de respeto en lugares tan insólitos como el cine, antes de que comience cada película-, hay algo que define a este país: la comida. Está en todas partes, todos parecen comer a cada rato y el menú de opciones resulta inagotable.

Sometidos los farang (como suelen nombrar acá a los extranjeros) a un idioma imposible, no queda más remedio que lanzarse a una aventura gastronómica que no permite acomodos ni ajustes de las recetas, salvo algún balbuceo-ruego para evitar tanto picor y que siempre es respondido con una sonrisa casi piadosa por los vendedores locales, acostumbrados a clientes amantes de platos cargados de fuego. El caso es que la experiencia de lanzarse a probar resulta, en la mayoría de las ocasiones, sublime. Pero también en algunas experiencias olvidables.

Tailandia -el único país del Sudeste Asiático que nunca fue colonizado por potencias europeas- exhibe otro motivo para estar orgullosa: ha sido durante años el mayor exportador de arroz del mundo, sitial del que acaba de ser desplazado por India y Vietnam. El grano -llamado acá khao- es algo así como el cobre para Chile, con la diferencia de que los tailandeses lo ven todos los días en sus platos. Su presencia es avasalladora. Está en casi todas las preparaciones y hasta en postres, como en la versión dulzona del delicioso mango sticky rice. Pero basta recorrer los supermercados para comprender la valía del arroz al ver a los clientes sacando enormes bolsas de 10 kilos, apiladas en anchos pasillos como si fueran sacos de harina.

No es casual entonces: la belleza de los arrozales con su verdor rabioso que cubre buena parte del país se despliega en preparaciones locales siempre plagadas de colores, aromas y sabores. Pero no hay ostentación, falsos tecnicismos ni "deconstrucciones", sino el convencimiento de que usar ingredientes sencillos, pero combinados hábilmente, es la única ruta segura para llegar a la cima de los sabores. Es simplemente la belleza y el triunfo de la simpleza.

Buena parte de lo que es hoy la cocina de Tailandia se explica por la ubicación geográfica del otrora reino de Siam y la influencia que ejercieron en este territorio de 67 millones de habitantes las preparaciones y especias provenientes de China e India, y que terminaron por fundirse en una expresión propia, única y diferenciada de esos dos vecinos gigantes, y que cada vez gana más fama en el mundo.

Las maneras para internarse en la comida tailandesa son numerosas. Casi inabarcables. Hay opciones básicas y rudimentarias, y también las hay elaboradas y estilosas.

Son los distintos rostros que exhibe el infinito mundo de los fogones en Bangkok.

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Es complicado moverse por el centro de Bangkok. Los atascos empiezan al alba y terminan entrada la noche. No hay manera de librarse de ellos y, como hacen los...

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