La otra ruta del vino argentino - 21 de Diciembre de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 549732982

La otra ruta del vino argentino

Los motociclistas no hablan castellano. Queda claro cuando, sentado en la terraza del restaurante de la bodega Piattelli Vineyards, con vista a Cafayate y la Quebrada de las Conchas, uno pide la carta de vinos.

"Está creciendo el número de extranjeros que viene", dice Mariela Ilardo, hospitality manager de Piattelli, bodega cuyo moderno edificio parece salido del californiano Napa Valley: "La mayoría son viajeros europeos, pero también vienen de países limítrofes (principalmente Brasil), y en menor proporción de Estados Unidos", dice luego y explica que estos forasteros, turistas más exigentes, ahora encuentran en Cafayate una infraestructura y servicio que se está adaptando a esos nuevos estándares. Ignacio Velasco, que es el gerente general de la bodega Finca Quara, coincide con Mariela: "Cafayate ha cambiado. Esta zona siempre tuvo un alto porcentaje de turismo 'gasolero' (de bajo costo) o mochilero", dice y agrega que, con la aparición de una oferta de hoteles cinco estrellas, se ha desarrollado una red que ofrece mayores niveles de confort.

Es fácil comprender a qué se refieren, en la práctica, Mariela e Ignacio. Bajo este cielo de un intenso azul, atravesado a ratos por lentas nubes que parecen recostarse sobre los cerros, es posible jugar golf en una cancha de 18 hoyos reconocida como una de las diez mejores de Argentina. También puede visitar una colección de arte contemporáneo norteamericano o ver un abierto de polo, o disfrutar de novedosas propuestas gastronómicas que reformulan la cocina andina. Hoy todo eso forma parte de la ruta del vino salteña -o ruta del torrontés de altura- que, con epicentro en Cafayate, se extiende al sur conectando con Tolombón y El Divisadero, al oeste con Yacochuya, y al norte con San Carlos, Molinos y Cachi.

Entre 2008 y 2012, esta ruta experimentó un incremento del 391 por ciento en el número de visitantes. Los productos regionales y las artesanías siguen siendo parte del atractivo que explica en parte esas cifras. Tampoco han dejado de atraer las formaciones geológicas de la Quebrada de las Conchas, y los hostels y campings que se desbordan en temporada alta. Pero así como el torrontés hoy ofrece exponentes turísticos de alta gama, la hotelería y gastronomía de alto nivel han ido sumando atractivos.

De partida, están los vinos. Los torrontés elaborados antes de los años 80 y 90 eran bastante rústicos, recuerda hoy José Luis Mounier, enólogo y propietario de la bodega que lleva su nombre. Eran vinos...

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