El rugido de Guallatire - 11 de Junio de 2023 - El Mercurio - Noticias - VLEX 934257555

El rugido de Guallatire

-G uallatire -me dice una tejedora en Putre- ya no existe. Es un pueblo que se perdió en la profundidad del altiplano. ¿Para qué -siento que se da vueltas para decir, aunque no lo dice- quiere usted ir para allá?Guallatire.Me gusta decirlo en voz alta y pausadamente: Gua-lla-ti-re. Tiene un sonido metálico, foráneo, intimidante. Un lugar de paso para llegar al salar de Surire , me han dicho. Otro pueblito que se enterró en el olvido. Ya no vive nadie. Se han ido. Se han muerto. Ya no hay nada.Guallatire. Percibo en los rostros oxidados que casualmente responden a mis preguntas una tristeza solapada, curtida, una suerte de lamento discreto por lo que alguna vez fueron esos villorrios altiplánicos donde se celebraba intensamente la vida y la religión, donde florecían las fiestas patronales, donde corrían libremente los niños y las niñas por los bofedales, por el campo, por el desierto y los cerros.¿Queda algo de aquello?Aclimato dos días en Putre a 3.500 metros sobre el nivel del mar. Ir directo de Arica a Guallatire, a más de 4.200 metros, sería entregarse a la puna, caracterizada por dolores de cabeza, mareos, vómitos y un agradable aumento de la sensibilidad. Temprano en la mañana tomo el camino internacional que conduce al lago Chungará y a los majestuosos volcanes Parinacota y Pomerape ; tras veinte kilómetros de espléndida carretera, doblo a la derecha por un camino de tierra que se interna, según me han indicado, hacia los márgenes del desierto.Hacia Guallatire.El auto da saltitos y se escuchan las piedras chocando contra el chasís. De vez en cuando pasan camiones transportistas de la minera Quirobax que dejan una espesa estela de polvo.Para arriba, para abajo, para el lado, no hay lugar que pase desapercibido. Todo brilla: el tono verde amarillo de las laderas, la mirada vigilante de las vicuñas que cruzan sigilosas por la ruta. El cielo diáfano. La poderosa fumarola del volcán Guallatire. Juntos componen una desolación encantadora, un cuadro remoto.Una bella expresión de soledad."Y qué soledad más honda", pienso mientras la carretera se abre paso como un río que desciende raudo por la quebrada de una montaña. Si no fuera por el mapa, intuiría que no se llega a ninguna parte, que el camino termina abruptamente en medio del desierto, en la mal llamada nada.Pasan velozmente dos horas y media y de pronto un enigmático arco de piedra sugiere el ingreso al pueblo, aunque por ninguna parte se ve lo que uno entiende por pueblo. Tras unos...

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