LA RIQUEZA Y LA DESESPERACIÓN - 8 de Mayo de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 637784349

LA RIQUEZA Y LA DESESPERACIÓN

Orange County es muy distinto de California-San Diego, California-San Francisco o California-Los Angeles. Bienvenida a California-Orange County significa bienvenida a los atardeceres gloriosos, infinidad de palmeras, convertibles, dueñas de casa producidas, bótox, compras, surf, estuco, rubias y asiáticas operadas, yates, tiendas exclusivas y playas hippie chic.

Mi amiga vive literalmente en la punta del cerro, en una casa hermosa con vista a todo Orange County, en una especie de mini ciudad de la universidad donde trabaja y donde por la noche se pueden ver hasta los fuegos artificiales de Disneyland cuando estallan en el cielo. Dentro del condominio hay de todo: servicio de correo, comisaría, restaurantes, un Trader Joe's, tiendas de telefonía, locales de jugos detox, tiendas de ropa. Lo difícil es moverse a pie. Incluso dentro del condominio. Todo en Orange County es barrio residencial, casas gigantescas con terraza, patio, estacionamiento, jardines floreados. Por eso, las distancias son largas, la gente circula a diario por autopistas donde se pueden ver convertibles y deportivos del tipo Volver al Futuro y autos de lujo a cada rato, y donde cada tantos kilómetros están los típicos street centers americanos: centro comercial, supermercado, librería, lavandería, restaurante, todo en tamaño extra large. No tener auto aquí es un problema monumental. Tenerlo, también. La gente maneja pésimo y a toda velocidad. Lo sé ahora que voy saltando como conejo despavorido por el estacionamiento del Trader Joe's que está dentro del condominio en el que ya cuatro señoras -una que textea en su celular, otra que dobla donde no se podía, una asiática que habla por teléfono y otra que acelera a todo lo que da- han estado a punto de atropellarme. Después gritan por la ventana: "Sorry¡". Y sería todo.

Mi amiga me lo advirtió. Ten cuidado. Aquí a la gente le importan un pepino las reglas del tránsito. Por eso ella reprobó un par de veces el examen de conducir. "Te enseñan a manejar a la defensiva para sobrevivir", dice MJ ahora mientras maneja como una profesional por la autopista. A la mano derecha del camino aparece el mar, que brilla azul. Del otro lado, senderos, flores amarillas, el cerro reseco, las mansiones de paredes blancas.

Vamos a Crystal Cove, una playa semiescondida que es parque nacional. Y como es área protegida, nadie puede vivir allí, solo ir a la playa, comer o acampar. MJ estaciona el auto en un parking desértico del lado del cerro, a un costado de la carretera. Del otro lado está el mar. Desde allí descendemos por un pasaje rodeado de flores y cactus hasta que llegamos a un túnel de cemento...

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