La resistencia francesa de Uber
Los Boers regresaron a sus autos y partieron hacia la Plaza de la Concordia, antes de doblar a la derecha hacia los Campos Elíseos. Mientras la caravana se desplazaba por el bulevar, un Maserati sobrepasó a toda velocidad el auto de Pujol, pero él lo ignoró; ya había centrado la puntería en su blanco, un Renault Clio negro. Las señas delatoras estaban ahí: un iPhone sobre el tablero de instrumentos, alguien sentado en el asiento posterior. Después de seguirlo por unos momentos, Pujol activó la sirena.
Con un brazalete policial naranja, el capitán se aproximó al auto junto con dos Boers. "¿Qué está haciendo en este vehículo?", le preguntó al conductor, un haitiano-francés de 29 años, llamado Jean Misaire.
"Trabajo para UberPOP", respondió Misaire.
"¿Usted sabe que eso es ilegal?", dijo uno de los Boers, un oficial con voz nasal llamado Stéphane. (Casi todos los Boers pidieron que los identificara solo por su primer nombre). Misaire respondió que no lo sabía. Stéphane le pidió al pasajero que se bajara y él ocupó el asiento trasero para interrogar al conductor: ¿cuándo lo llamó su cliente? ¿Dónde empezó el viaje? ¿Cuánto tiempo había estado trabajando en esto?
En casi cada mercado que ha entrado el servicio de taxis Uber, el cual se basa en una aplicación, se ha topado con alguna forma de resistencia. Esto fue especialmente manifiesto en Europa durante el año pasado, después de la introducción de UberPOP, una versión económica del servicio, similar al UberX en Estados Unidos. El producto principal de Uber es un servicio de autos negros sofisticados. UberPOP es distinto. Permite que conductores sin ningún tipo de licencia profesional trabajen freelance como taxistas.
Desde el punto de vista de la compañía, es simplemente un mercado laboral, que conecta a las personas que quieren ganar dinero con aquellas dispuestas a pagar por un viaje. Pero Francia, donde rige la semana laboral de 35 horas y uno de los regímenes reguladores más protectores de Europa, ve en forma distinta la situación. UberPOP, con su indiferencia hacia las regulaciones y su preferencia por el trabajo temporal, es radicalmente antifrancés. A fines del año pasado, el Parlamento aprobó una ley que establece, básicamente, que el servicio es ilegal. Ahora Uber está disputando la constitucionalidad de ciertos aspectos de la ley, lo que ha dejado a UberPOP en un limbo legal. Mientras tanto, la empresa les dice a sus conductores que sigan trabajando.
Misaire le explicaba a Stéphane que había empezado a utilizar UberPOP hace poco. Él quería ser ingeniero de redes y, para mantenerse, trabajaba como chofer en su tiempo libre. "Hice todo lo que Uber me pidió", me contó a mí mientras Stéphane hacía el papeleo. "Hice el trámite de registrarme como trabajador independiente. Tengo licencia de...
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