Rescatan la historia de las Clarisas, la orden femenina más antigua en Chile
A lo largo de los siglos, la orden de las Clarisas llegó a convertirse en una de las familias monacales más sólidas y fecundas y traspasó fronteras. En nuestro país partieron como una iniciativa local y se instalaron en Osorno, en 1567, como terciarias franciscanas, bajo la protección de Santa Isabel de Hungría . Conocidas como "Isabelas" se constituyeron, según el historiador y religioso benedictino Gabriel Guarda, en la primera orden femenina en nuestro país y en la cuarta que se instala en Sudamérica. Luego del desastre de Curalaba (importante derrota militar de las fuerzas españolas frente a los mapuches ocurrida en 1598) se dirigen hacia Castro y hacia la isla Quiriquina para viajar a Santiago y establecerse en 1604. En la capital se presentan ahora como Clarisas, bajo la protección de Santa Clara y profesan en la regla aprobada por Urbano IV. Se ubican en La Cañada y se alzan como uno de los monasterios más importantes de Chile.
Digna de una novela
Como explican las historiadoras Alexandrine de la Taille e Isabel Cruz de Amenábar, docentes del Instituto de Historia de la Universidad de los Andes, la primera etapa de las llamadas "Clarisas de Antigua Fundación" es "digna de una novela por lo heroica y desconocida". ¿La razón? "La gran rebelión indígena de finales del siglo XVI (1598-1599), las obligó a abandonar estos territorios de evangelización y huir apresuradamente hacia el norte. Una leyenda envuelve esta increíble huida, donde las religiosas perseguidas por los mapuches no llevaron por equipaje más que sus objetos sagrados, entre ellos un Cristo de gran valor. Logran salvar ilesas y llegar a Santiago justo el año que se inicia el siglo XVII", señalan De la Taille y Cruz a "Artes y Letras".
Ayudadas por sus hermanos franciscanos, las Clarisas se establecen en la acera norte de la Alameda donde hoy está la Biblioteca Nacional. "Hasta mediados del siglo XX desempeñaron un destacado papel en la enseñanza y en la vida cultural en su más amplio sentido, desde la meditación al desarrollo del arte, las celebraciones, las fiestas e incluso la cocina", adelantan las historiadoras de la Universidad de los Andes.
La actual abadesa del monasterio de Puente Alto, madre Maribel, comenta con orgullo que la orden ha dejado una huella imborrable en la historia de Chile. "La cerámica perfumada, la repostería, la educación y la formación espiritual han sido grandes pilares de nuestro quehacer". Y destaca la figura de Sor Úrsula Suárez (1666-1749)...
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