Las réplicas de Alto Río - 27 de Febrero de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 595998334

Las réplicas de Alto Río

Cuando despertó, estaba en el hospital con una fractura de vértebra. Su mujer le contó que, además de perder el departamento, el negocio que tenían había sido saqueado esa misma noche. Una fractura de vértebra lo mantuvo un par de semanas en el hospital, pero tanto su esposa como su hija salvaron ilesas. Tiempo después lograría instalar nuevamente su negocio, "La Despensa del Chef", frente al Parque Ecuador, en Concepción, a ocho cuadras del edificio Alto Río, donde vivía el 27 de febrero de 2010.

Esa madrugada un quiebre donde se rozan las placas tectónicas de Nazca y Sudamericana desató un terremoto 8,8 magnitud Richter. El epicentro fue a 200 kilómetros de ahí, pero la onda alcanzó la ciudad y en minuto y medio derribó el edificio. A las 3:36 Alto Río estaba tendido, quebrado en dos a la altura del piso ocho, sobre el suelo de Concepción.

Ocho personas murieron entre los fierros retorcidos y restos de hormigón. Otras 79 resultaron con lesiones graves, o muy graves, y varias estuvieron horas a oscuras esperando que Bomberos los sacara del infierno en que se convirtieron sus departamentos.

Corina Bastías había comprado el suyo en agosto de 2009. Esa noche quedó apuntando hacia arriba y ella, una químico analista que después de mucho pensarlo se había separado de su marido, quedó colgando, atrapada entre un clóset y su cama, hasta que la rescataron 10 horas después.

-El terremoto me sacudió. Yo vivía en el piso 12 y sentí cómo los vidrios se quebraban, los fierros... Quedé colgando de una ventana y me sacaron de ahí recién al otro día.

En esas largas horas de espera escuchaba las voces de sus vecinos atrapados. Cuando Bomberos pudo pasar cerca de donde estaba, había gritado tanto que ya no tenía voz. Tuvo que golpear un mueble con una llave para que la escucharan.

Un accidente cerebrovascular la había dejado poco antes con visión limitada. Mujer voluntariosa, Corina, que apenas distinguía luces y sombras, se mudó de todas formas a Alto Río en diciembre.

-Entre el estrés, todos los trámites que tuve que hacer y haber estado ahí tantas horas, terminé por perder la vista.

Una de las voces que alcanzó a distinguir antes del amanecer fue la de Mónica Molina, psicóloga que hoy dirige la Fundación Alto Río. Dice que, dentro de todo, tuvo suerte. Ese día sus sobrinos la visitarían para hacer una pijamada, "pero a última hora la cambiamos para el sábado. Menos mal".

A ella le correspondió el papel de representar a un grupo de 50 vecinos...

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